sábado, 27 de noviembre de 2010

Hernán Rivera Letelier: “En literatura, importa el viaje, no el destino”

Por Luis Martin Gómez

Novelista chileno, ganador del Premio Alfaguara de Novela 2010 por su obra El arte de la resurrección
Vivió durante 45 años en el desierto chileno, ese mismo que engulló a 33 mineros que luego fueron rescatados con un espectacular operativo que la televisión convirtió en un elegante show de oportunismo político.

La literatura, a la que se dedica a tiempo completo después de tragar polvo como obrero en Atacama durante décadas, lo habría salvado de ser uno de esos mineros a quienes antes de emerger vistieron con uniformes nuevos para que lucieran como actores de película.

Hernán Rivera Letelier, novelista chileno ganador del Premio Alfaguara de Novela 2010, habría dado gracias a Dios por haberlo librado de ese trance, o le habría pedido un rescate similar para los miles de mineros de su país que son explotados y mueren sepultados en absoluta soledad.

Le rogó a Dios o a Domingo Zárate Vega, el Cristo de Elqui, personaje principal de su galardonada novela El arte de la resurrección.

LMG ¿Cómo se metió este Cristo en su literatura, a la fuerza o por milagro?

HRL La verdad es que este personaje me persiguió toda la vida. Desde muy niño empecé a escuchar historias sobre él y después se me apareció cuando escribí mi primera novela: La reina Isabel cantaba rancheras, una obra sobre prostitutas donde no había por dónde se colara un Cristo que, sin embargo, se metió en ella durante página y media. Luego reapareció en mi cuarta novela: Los trenes van al purgatorio, ocupando dos capítulos y medio. Pero cuando se me apareció en mi novena novela: Mi nombre es Malarrosa, me di cuenta que ya no le podía “hacer el quite” y tenía que dedicarle una novela completa.

Rivera Letelier explica que le fue relativamente fácil construir El arte de la resurrección porque tenía el tono, el lenguaje y la experiencia de vida para contar la historia del Cristo de Elqui. “Crecí escuchando a mi viejo, quien era un predicador callejero; me crié leyendo la Biblia, el único libro que había en mi casa; y conozco el desierto como la palma de mi mano, porque viví cuarenticinco años allí”.

Hernán acepta con naturalidad que el Cristo de Elqui tenga algunos puntos de contacto con otros Cristos, como el de Nazaret del nuevo testamento o el “Conselheiro” Antonio Vicente Mendes de La guerra del fin del mundo, de Mario Vargas Llosa. Lo que le extraña es la asociación que algunos han hecho entre Domingo Zárate Vega y El Quijote.

HRL Me sorprendió que en España vieran en mi Cristo de Elqui al Quijote y en mi personaje Magalena Mercado a Dulcinea del Toboso porque la verdad es que nunca pensé en el Quijote cuando escribí mi novela. Lo que quise fue plasmar un Cristo a imagen y semejanza de cómo me hubiera gustado encontrarlo en los evangelios: Un Cristo más humano, con sentido del humor, que se riera de sí mismo, que se contradijera, que fallara en los milagros, y que no hiciera voto de castidad sino que se guiara por ese versículo bíblico que dice “id y multiplicaos sobre la faz de la tierra”.

Palabras mágicas

El arte de la resurrección tiene un delicioso sabor a García Márquez y a Rulfo. Hernán Rivera Letelier lo admite: “son mis maestros a los que leí y releo”. Sin embargo, él no cree que haya realismo mágico en esta obra.

HRL Los personajes de mi novela son comunes y corrientes y las situaciones que viven son igualmente comunes y corrientes, pero yo trato de hacerlas mágicas a través del lenguaje, de la palabra, de la poesía. En esta novela no se hace un milagro, no se levita, no se vuela; pero si el lector encuentra que hay magia, es porque he logrado traspasar el espíritu de la poesía a la prosa.

Después de una decena de novelas, Rivera Letelier tiene clarísimo la intención de la literatura. No trata de hacer crónica de la realidad sino crear un universo con sus propias leyes y azares, potenciado con la fuerza del lenguaje, aún cuando, como en este caso, el protagonista refleje un personaje real como Domingo Zárate Vega, auto ungido como el Cristo de Elqui.

“Es lo que yo busco: hacer que el lector, aparte de entretenerse con la historia que le cuento, sienta un placer estético en la lectura, en el lenguaje; que no le importe el final sino que lo tome con mucha calma, como un viaje en que lo importante es el viaje mismo y no el destino”.

Cristo versus Chaplin

Rivera Letelier deja traslucir su anti clericalismo en su novela, recreando a un Cristo que se hurga la nariz cuando está indeciso, tiene sexo e intenta milagros que no funcionan; y también en sus opiniones sobre la iglesia.”Yo creo que si Cristo viniera nueva vez lo pasaría muy mal, especialmente con la iglesia católica, que seguramente lo correría a patadas para que no ponga en tela de juicio al Vaticano, su principal negocio”. Hernán piensa que la religión está en decadencia, lo que explica, a su juicio, el éxito de los libros de auto ayuda, alrededor de los cuales se estaría formando una nueva fe. Igualmente, coincide con su Cristo de Elqui en que la abstención es la más execrable de las aberraciones sexuales. “Apoyo que los sacerdotes se casen; sería lo más sano para la religión y lo más conveniente para los niños, potenciales víctimas de la pedofilia”.

LMG El Cristo de Elqui sucumbió a dos cómicos: Chaplin y Cantinflas; ¿quiere eso decir que nos conviene más el humor que la religión?

HRL Estoy convencido de que el humor es la gran panacea de este mundo, con humor nos iría mejor en todos los sentidos. Pienso que Dios tiene un gran sentido del humor, de otra manera no hubiera hecho este mundo como lo que es, una gran broma…

El autor es periodista y escritor
Entrevista en video disponible en www.youtube.com/yolayelou y en http://www.yolayelou.blogspot.com/

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