sábado, 10 de septiembre de 2011

Eleanor Grimaldi: “Hay que hacer una revolución en la escuela”

Por Luis Martin Gómez


Educadora y escritora, autora de las obras Poesías para ti, El sueño de Penélope y Julita Graciosa y sus amigos

Eleanor Grimaldi libra una lucha interna entre la profesora que quiere corregir el mundo que existe a través de la enseñanza y la escritora que desea crear un mundo nuevo a partir de la imaginación. La batalla trasluce mientras habla, y en la pugna, la racionalidad docente parece vencer a la espontaneidad creativa. A ratos, un reguero de mariposas amenaza con salir alocadamente de sus cabellos, pero ella las reprime con una cita grave, con un pensamiento austero. Entonces, lo que pudo ser un aletear colorido y luminoso que insinuara un arco iris sobre un bosque o la campiña sonriendo con dientes de flores e insectos, se convierte en un vientecillo sin más aspiraciones que serlo.

Este pleito no tuviera mayor consecuencia si ocurriera sólo en el ámbito de la conversación. No todos los escritores son buenos conversadores. Mario Vargas Llosa dice, por ejemplo, que Juan Carlos Onetti, el dios creador de Santa María, era pésimo en las entrevistas (Enrique Anderson Imbert y Luis Harss aseguran que también lo era escribiendo). Lo preocupante es que Eleanor Grimaldi traslada su conflicto a la escritura, en este caso a su más reciente obra de literatura infantil Julita Graciosa y sus amigos, y en ese ámbito, la profesora también se impone a la creadora que, no obstante, se rebela de vez en cuando con arrebatos de fantasía.

LMG Creo que los mejores momentos de Julita Graciosa y sus amigos son aquellos que dan cabida a lo fantástico, como el episodio del pajarito de hielo, que pudieras trabajar como tema aparte, el de la tinaja que parece ciguapa, o el del caballo polifacético que es fotógrafo, bailarín y vuela.

EG Lo que pasa es que siempre trato de distraer un poco a los niños, de ponerlos a jugar con la literatura, porque pienso que la literatura debe ser lúdica y estar vinculada con el juego. Desde los tiempos más antiguos, los niños, aunque estuvieron ligados a las labores agrícolas, siempre jugaban, y en el caso de los taínos, los niños no solo jugaban sino que también escuchaban las tradiciones de labios de los mayores de la comunidad, o sea, que siempre ha sido importante el juego, el escuchar historias por parte de los niños, y eso fue lo que me motivó a traerles una literatura en forma de juego.

Julita Graciosa y sus amigos busca el rescate de los juegos tradicionales dominicanos, tarea que quizás resulte complicada ante el avance de la tecnología digital que acapara la atención de los niños con juegos ajenos a su realidad y a su cultura. “Pero hay que insistir en la vuelta a las expresiones tradicionales, porque es una manera de ayudar a entender la historia y de retornar a los niños a los orígenes; pienso que las tradiciones son importantes en una sociedad para evitar la pérdida de valores humanos y familiares”.


Arroz con leche

Como parte de este propósito, Eleanor pone a disposición de Julita, la protagonista de su obra, un amplio repertorio de juegos tradicionales, muchos de los cuales están camino a la extinción, como el topa’o, la gallinita ciega, mano caliente, ambos a dos, y las adivinanzas. Sorprende, sin embargo, que la autora proponga recuperar Arroz con leche, un juego cuya canción (que habla de un hombre que se quiere casar con una viuda obediente y apasionada de las tareas domésticas) contradice los esfuerzos por la igualdad de género que es necesario seguir impulsando.

EG Realmente no fue un acto consciente, porque yo soy parte de un equipo de equidad de género en el Ministerio de Cultura. Son cosas que uno arrastra, que trae desde niña. Arroz con leche era una temática muy común en nuestra época, y por eso la traje a colación, pero la verdad no tiene nada que ver con la igualdad o la desigualdad de género, por eso no me parece que pudiera crear ningún daño.

Movida, sin dudas, por su condición de profesora, Eleanor Grimaldi critica a través de Julita y su madre la forma de vestir de unos niños de la escuela en la que estudia la protagonista de la obra, evidenciando prejuicio contra un sector social o contra una forma de expresión cultural.

LMG ¿Es que hay una forma “correcta” de vestir, y si es así, quién la determina?

EG En ese caso, estaba pensando en la relación que tiene algún tipo de vestimenta con el niño desordenado, desaliñado. Pienso que mi vocación de maestra y ahora mi papel de abuela, me dan una visión de lo que puede ser correcto o no sobre este tema; claro, al final prima el gusto de la gente, uno se viste como quiere.

La novela de Eleanor Grimaldi no tiene una trama unitaria sino que es episódica. Tal vez para facilitar el entendimiento de los pequeños lectores y mantener su interés en la obra, la autora emplea la técnica de las muñecas rusas para presentar sucesivamente fragmentos de historias. En una de ellas, rinde homenaje a las hermanas Mirabal, las heroínas de Salcedo, y a Luis Kim, sacerdote extranjero que desarrolló un hermoso apostolado social en las lomas de San José de Ocoa.

EG Son cuatro personajes que me marcaron. Las Mirabal por su valor, porque en un momento histórico en que no se podía hablar de libertad, ellas se atrevieron a hacerlo. Y el Padre Kim, porque desde que comencé a trabajar en el Ministerio de Educación yo iba con frecuencia a San José de Ocoa a dar talleres a los maestros y tuve la oportunidad de escuchar muchas anécdotas y comentarios de la vida de ese sacerdote, y eso me hizo admirarlo, porque sin ser dominicano hizo muchas cosas positivas por este país.

Ser maestra y escritora podrá colocar a Eleanor Grimaldi en la disyuntiva de dar preferencia a la enseñanza o a la creación, o la motivará a seguir buscando un sabio equilibrio entre sus dos talentos; pero esa doble condición profesional le da una visión clara de lo que se debe hacer por la literatura desde la escuela formal.

EG Hay que hacer una revolución en la escuela, en los contenidos programáticos y curriculares, e introducir una carga mayor de literatura, porque muchos vacíos en redacción y ortografía se derivan de la falta de lectura; si fomentamos más la lectura en las aulas, daremos mayor oportunidad a los niños y a los jóvenes de que seleccionen los libros que ellos quieren leer, en vez de imponérselos; pienso además que los maestros de lengua española deben ser entrenados en el manejo de la literatura infantil, pues no todos ellos tienen el dominio de esas técnicas.

El autor es periodista y escritor
Entrevista disponible en video en
www.yolayelou.blogspot.com


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