Periodista y
ambientalista, co-autor del libro Maravillas naturales de nuestra tierra
Por
Luis Martin Gómez
Un hilo de
agua, que a la distancia parece algodón, corta la montaña en dos. Cae desde muy
alto, tal vez desde una nube que está metida entre los árboles que coronan la
cima, y se precipita hasta un charco que refleja rocas, hierbas, cielo.
Mayo
Rodríguez (o quizás haya sido Carlos De Soto o Margarita Mora) aprieta el botón
de la cámara y hurta a la naturaleza un momento único, irrepetible. Anota en su
libreta: “Saltos de la Jalda, 4 de la tarde”, y suspira satisfecho, porque
tiene la imagen de un lugar que pocos dominicanos han podido ver pero que
podrán conocer a través del libro Maravillas
naturales de nuestra tierra, del cual fue coordinador general y uno de sus fotógrafos.
MR Saltos de la Jalda fue,
quizás, el punto que presentó mayor dificultad en nuestro recorrido por toda la
isla. Cuando ya nuestros vehículos no podían transitar por la estrechez del
camino, hicimos una cabalgata de dos horas hasta llegar a la caseta de los
guardabosques del Ministerio de Medio Ambiente, y después de ahí, tuvimos que
caminar una hora más por trillos montañosos muy estrechos. Pero el esfuerzo
valió la pena, es un lugar de belleza indescriptible.
Con unos 120 metros de
caída, Saltos de la Jalda está considerado el salto de agua más alto del
Caribe. Está localizado en el Parque Nacional del mismo nombre, en el municipio
de Miches, dentro de la Cordillera Oriental. La fotografía que lo muestra en el
libro es ciertamente impresionante pero sólo compite con otras espectaculares,
como la de Los caños del río Manguito, El Refugio de vida silvestre Gran
Estero, o la de Cabo Rojo, en el Parque Nacional Jaragua.
MR Creo que mi capacidad narrativa nunca será suficiente para poder
transmitir la belleza de los lugares que fotografiamos. Pero te puedo hablar,
por ejemplo, de un lugar que se llama Palo Damajagua, en la provincia Valverde,
donde convergen de frente dos ríos que vienen desde la montaña y caen hasta un
charco preciosísimo. O del contraste del clima en Pedernales, muy cálido abajo
y en cambio frio cuando subes la Sierra de Bahoruco, con 14 grados centígrados
y una neblina que apenas te deja ver. Y
también de Laguna Cristal, un lugar hermoso que se disputan las provincias Samaná,
Duarte y Sánchez Ramírez, porque queda en la zona limítrofe de las tres.
A Mayo se le ocurrió
la idea de hacer esta obra tras escuchar la sugerencia del ex presidente Leonel
Fernández para que unas fotografías de paisajes que decoraban un acto de
inauguración de un banco de semillas endémicas fueran incluidas en un libro.
Mayo propuso formalmente su realización dentro del plan operativo del
Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, donde trabajó durante 8 años,
primero como director de comunicación y luego como viceministro, y tras la aprobación,
él, dos fotógrafos más y una decena de técnicos, trabajaron intensamente por 3
meses y medio, hasta su puesta en circulación.
El libro,
excelentemente diagramado e impreso, contiene fotografías y textos descriptivos
de ambientes de 16 provincias del país. Además de los paisajes, incluye
fotografías y datos técnicos de la flora y fauna características de cada lugar. Un
detalle muy útil: a pie de las páginas hay un indicador gráfico del grado de
dificultad para acceder al sitio; sin embargo, faltó que pusieran una breve
orientación de cómo llegar.
Cenizas y brotes
Mayo Rodríguez ya no
está en el ministerio pero asegura que fue ambientalista antes de ejercer esa
función pública y que lo seguirá siendo en el futuro. Los cargos son
temporales, pero el ambientalismo, como sentimiento, como convicción, puede
durar para siempre, salvo que heredes las acciones de una cementera o que una
minera te dé un contrato de asesoría, como ha sucedido con algunos “verdes” dominicanos
notables. No me parece que Mayo vaya a sucumbir a sus principios; lo suyo es
pasión que no se negocia, romanticismo del bueno, y al mismo tiempo,
conocimiento amplio de la materia, que lo autoriza a evaluar y sugerir
racionalmente.
MR Falta aplicar el pago por servicio ambiental para beneficiar al que
protege la naturaleza, y poner en práctica el plan de reordenamiento territorial,
que establezca cuál es la vocación de cada pedazo de tierra de la isla, si
turístico, forestal, urbanístico o agrícola. Pero podemos decir que se ha creado
conciencia sobre la necesidad de proteger el ambiente, y podemos exhibir un
aumento de la cobertura boscosa, de un 14% a un 39%, lo que nos coloca entre
los tres primeros países con mayor crecimiento de la masa forestal en los
últimos años. Además, tenemos áreas protegidas, leyes aprobadas y otras que se
están conociendo, como la ley del agua y la de recursos costeros. Y lo más importante,
hemos ido aprendiendo a hacer un uso sostenible del medio ambiente, a usar los
recursos sin agotarlos, sin alterar el equilibrio entre el hombre y la
naturaleza.
Parte de esa armonía
ha quedado registrada en Maravillas
naturales de nuestra tierra. Uno ve esas bellas fotografías de montañas,
bosques, ríos, aves, y solo pide vida para tener la oportunidad de pasar una
tarde al borde de una cascada en el Parque Nacional Aniana Vargas, o contemplar
un amanecer ante los manantiales de Laguna Prieta, en el momento en que un barrancolí
se mira en el agua que parece beberse el cielo entero.
El autor es periodista y escritor
Entrevista en video disponible en http://www.youtube.com/watch?v=oGMLEd518yo&list=UU4vT4tVlAkPGLbE80p9Mx2w&index=3&feature=plcp
Entrevista en video disponible en http://www.youtube.com/watch?v=oGMLEd518yo&list=UU4vT4tVlAkPGLbE80p9Mx2w&index=3&feature=plcp
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