Novelista, cuentista y poeta, Premio Nacional de Cuento y Premio UCE de Novela y Poesía
Por Luis Martin Gómez
A René le quedó chica la media isla y se mudó a Estados Unidos, un play más grande. “En República Dominicana, manejando cuatro horas, o caes en Haití o te caes al mar, y yo quería llegar más lejos, ver si rompía la culebrilla al millero”. Además de la claustrofobia por limitaciones territoriales, también motivaron su huida los apagones, el clima político y los problemas económicos. Ahora, en ese mundo “ancho y ajeno”, escribe su obra y promueve la literatura iberoamericana a través de su sitio web mediaisla.com. “Aunque uno nunca se va definitivamente, siempre llevamos al país con uno”.
A ese apego obstinado a este trópico mágico y pobre contribuye Manuelico, personaje de su infancia que, en una transacción conveniente para ambas partes, le cambiaba cenas por historias. A él, más que a Elizondo, Cortázar y Arreola, que asoman a mitad de una página, en un título o en el remate de un texto, le debe René gran parte de Solo de flauta, su obra más reciente.
LMG La contratapa confunde un poco pues dice que el libro puede ser poesía, novela, cuento, mini ficción, reflexiones... Tú que eres el autor, ¿qué dices que es?
RRS Es un libro que transita a través de las fronteras de los géneros, del que me valgo para explorar todas las posibilidades que tiene el texto para expresarme y viajar de un lugar a otro, con voces que se encuentran, se entrecruzan.
René se autodefine como un escritor degenerado, a quien no aprisiona ningún género literario, a quien le place transgredir las preceptivas. La rebeldía es evidente en el formato, la técnica y en la hibridación provocadora de poesía y prosa. De hecho, la poesía parece inevitable, aún en sus textos más prosaicos; ¿quién gana en esa lucha a muerte?
RRS Yo dejo que la escritura fluya, a mí, escribir me pauta un ritmo, soy un músico frustrado, la música siempre está presente en mis textos, escribo marcando el compás con el pie. Entonces, una cosa y la otra están muy ligadas, pienso que cuando trato de hacer poesía, narro, y cuando narro, me sale el poeta.
Con esa prosa poética impecable, que alcanza niveles memorables de creatividad, humor e ironía, René Rodríguez Soriano ha compuesto siete cuadernos de trece textos cada uno, que comenzaron a gestarse en los noventa y fueron concluidos en el 2010. “Inicialmente, me propuse escribir una obra que contuviera trece libros con trece textos cada uno, un libro infinito, circular, que se pudiera empezar por cualquier punto, por cualquier historia. Escribí una gran cantidad de esos textos en República Dominicana, los otros los trabajé a caballo entre el Caribe y algunas ciudades de Estados Unidos. Pero luego de haber revisado los 169 textos, me di cuenta que en la obra habitaban dos libros e inevitablemente vino la poda.
“Siempre nos quejamos de que no hay crítica, pero la crítica debemos ser nosotros mismos, los lectores; si logramos leernos entre nosotros, vamos a fortalecer nuestra literatura”.
Junot y Julia
Hace un tiempo, durante una entrevista sobre la segunda edición de su Diccionario de literatura dominicana, el ensayista Franklin Gutiérrez dijo que Junot Díaz y Julia Alvarez habrían sido favorecidos por la coyuntura de una crítica y una industria editorial que busca representantes para potenciar una literatura de minorías, en este caso, dominicana; ¿qué piensa René Rodríguez Soriano de eso?
RRS Pienso que hay algo de cierto en esa afirmación porque ellos son dos escritores norteamericanos, aunque sean de ascendencia dominicana, escriben en otra lengua que no es la nuestra, y la verdadera patria de un escritor es la lengua en la que habla, en la que vive. Ellos tienen algunos nexos con la isla, un poco borrosos, pero su realidad es totalmente diferente a la nuestra. Hay escritores que trascienden porque trabajan para un sello, que los promueve, y creo que ese es el caso de Junot y Julia; nosotros resultamos simpáticos para un segmento de la sociedad norteamericana, nos ve un poco como Macondo, y si encuentra a un escritor con talento y dominio de la técnica, explota eso.
“Los intelectuales que defienden el concepto de diáspora dominicana son los primeros que carecen de un plan de promoción y defensa de lo dominicano”.
Rodríguez Soriano considera que es una fábula el concepto de diáspora dominicana, alegando que se trata de una extrapolación de la diáspora judía, que sí tiene identidad y propósitos. “Pero los dominicanos no tenemos un proyecto ni siquiera en el país, mucho menos en los Estados Unidos, donde estamos más divididos que en la isla, allá sólo nos reunimos para celebrar el 27 de febrero y punto, los intelectuales tampoco tienen una unidad de criterio ni de pensamiento, y la primera valoración negativa que tiene esa diáspora intelectual, es que los académicos dominicanos que están en universidades de Estados Unidos no conocen ni promueven la literatura dominicana.
LMG ¿Volverías, con la frente marchita, planteada la sien con las nieves del tiempo, o como Juanita, que dijo que no volvía pero regresó empujada por la nostalgia?
RRS No creo que regrese, salvo como lo hago ahora, de visita, para compartir con los amigos, para reencontrarme con lugares que todavía existen; ya me acostumbré a otro ritmo, a otro ambiente, y me siento muy bien en una sociedad que respeta mi trabajo, lo valora, y me permite una proyección; volver aquí sería empezar de nuevo.
El autor es periodista y escritor
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