Por Alfonso Quiñones
SANTO DOMINGO. Luis Martín Gómez (Santo Domingo, 1962) es un abuelo joven y atildado, amistoso y sonriente. Detrás de su buró, no se puede pensar que sea el escritor que es.
Ganó dos veces el Premio Nacional de Cuento (1999 y 2009); el Premio Nacional de Literatura Infantil (2003); en el 2002 obtuvo el Premio Virgilio Díaz Grullón de cuento; 1er Lugar en el Concurso de Cuento Radio Santa María, 1995. Ha publicado: Rumor del río 2016; Mami: Operación elefante, 2014; Mar adentro: entrevistas en Yola yelou, 2013; El hombre grama y otros cuentos verdes y pintones, 2010; Memoria de la sangre, 2008; Mamá, a aquella caracola le está naciendo un mar, 2004; La destrucción de la muralla china, 2003; Juke-box di sogni (Vellonera de sueños), 2002; Dialecto, 1999.
—¿Cómo surgió la idea de la novela? ¿Está basada en hechos reales?
La idea central es ficción pero casi todos los episodios que la soportan sucedieron más o menos así, con variantes deformadas por el recuerdo difuminado o la imaginación. La novela se me ocurrió mientras escribía Memoria de la sangre, colección de cuentos ambientados también en los 12 años de Balaguer.
—¿El cuento fue un cuento para luego saltar de género?
No, sigo sintiéndome cuentista, por lo menos, trabajo ese género con más comodidad. Pero quiero ver cómo me va con otros géneros. Esta novela es un primer atrevimiento. (Creo que tú manifestaste el deseo de que yo experimentara con un texto de largo aliento; te he complacido).
—¿Se presentó en la feria?
No, no se hizo acto de puesta en circulación. He anunciado la publicación con una nota y mis hijos se están encargando de la promoción por las redes sociales. El libro está disponible en Amazon y en el Museo Memorial de la Resistencia Dominicana, a beneficio de esa institución.
—¿Seguirá de novelista?
Me ha gustado la experiencia y creo que intentaré otra más adelante; ahora empecé a escribir una obra de teatro (oye que riesgo estoy tomando); espero salir a camino.
—¿Qué novelistas le han aportado más?
García Márquez y Cortázar. Del primero he aprendido a encontrar temas insólitos, singulares, en los intersticios de la cotidianidad; el segundo me ha enseñado a usar el humor en la literatura, a jugar con ella.
De narradores; si fuera de poetas, nos salvaríamos. Pero denunciamos demasiado y soñamos poco.
Fuente: http://www.diariolibre.com/revista/cultura/somos-tierra-de-narradores-si-fuera-de-poetas-nos-salvariamos-AM5097626
2 comentarios:
"Denunciamos demasiado y soñamos poco". Así de contundente. Son esos decires que después del punto, invitan al silencio.
Como después del punto no puedo escribir nada más, te mando un fuerte abrazo, ese gesto lleno de palabras que expresan los mejores sentimientos.
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