Por Luis Martin Gómez
Educador, escritor y crítico literario. Ha obtenido los más importantes premios literarios del país, incluyendo el Premio Nacional de Literatura por el conjunto de su obra.
Me dio clases en la universidad Intec en el siglo pasado y todavía le llamo profesor. Vale la permanencia del título, porque hay profesores como él que te marcan para siempre y porque todavía sigo aprendiendo de su obra y de su actitud ante el trabajo y la vida.
Además de muchas enseñanzas, le debo al profesor Alcántara haberme metido en la literatura, un delicioso universo que me permite crear tiempos paralelos a este real que a veces atormenta y roza lo insoportable.
No pude concluir mis estudios de medicina en Intec, que era el deseo de mi madre y de mi maestra de infancia Blanquita Garrido, pero me llevé de esa universidad la riquísima experiencia del Círculo Literario que coordinaba José Alcántara Almánzar.
Casi treinta años después de aquellas reuniones que para mí eran un escape de las clases de anatomía, la vida me ha permitido compartir profesionalmente con José Alcántara en el Banco Central, donde él, como Director del Departamento Cultural, lleva a cabo un exitoso programa que incluye concursos, exposiciones, charlas y una envidiable colección bibliográfica que sobrepasa los cien títulos.
En una de las escasas pausas que le permite su exigente cargo, lo entrevisté sobre El zurdo, uno de sus cuentos más celebrados.
LMG En el cuento El Zurdo, el personaje Rosario le amarra la mano izquierda al protagonista para que pudiera escribir como Dios manda, ¿piensa que sigue siendo un estigma ser zurdo en una sociedad culturalmente diestra como la nuestra?
JAA Pienso que ya no existe ese estigma, pero en mi infancia sí lo había, y era muy fuerte. Tanto en el hogar como en la escuela, intentaban enderezar a uno usando la mano que se consideraba correcta; lo apropiado era comer con la mano derecha, escribir con la mano derecha, y yo recuerdo que cuando fui a la escuela- soy zurdo originalmente- la maestra me dijo: “Usted se va a alfabetizar pero con la derecha”, lo que para mí fue un suplicio. Hasta el cuarto grado yo podía escribir con las dos manos; luego, por desuso, me hice diestro, pero un diestro muy inútil. Al final, no pude desarrollarme bien con ninguna de las dos manos.
José admite que la condición de zurdo del protagonista del cuento encierra un simbolismo ideológico, basado en el arquetipo de que la diestra representa el bien y la siniestra el mal. “En este caso, lo siniestro, lo zurdo, tiene una connotación ideológica que abarca lo político, lo sexual, y todo lo que sea desviaciones del esquema ‘normal’ ”.
LMG Viene a cuento, entonces, este pensamiento del protagonista que le pido comentar, lo cito: “Sufría el estigma de ser zurdo en un mundo derecho al que todo le sale torcido, un mundo chueco que exige rectitud”.
JAA Hay una crítica implícita al hecho de que el protagonista es obligado a conducirse según el patrón convencional, pero resulta que la normalidad representada por la derecha vive haciendo desastres en todo el mundo. En Italia, Darío Fo, Premio Nóbel de Literatura, ha dicho que el regreso del derechista Silvio Berlusconi es una lección para la izquierda que ha perdido, lo que quiere decir que hasta en países así la izquierda está de capa caída; entonces hay una crítica en ese cuento porque si la derecha es la que dirige y todo le sale mal, todo le sale torcido, eso quiere decir que su eficiencia es solo aparente.
El padre inquisidor
Recuerdo que uno de los primeros cuentos de José Alcántara que leí fue Con papá en casa de Madame Sophie, el cual aborda la traumática iniciación sexual de un adolescente en una casa de putas, empujado por su propio padre “que lo llevó a conocer el mundo, su mundo secreto y sórdido”.
LMG En el cuento El zurdo también se presenta a un padre inquisidor ¿es una coincidencia, una reseña autobiográfica o simplemente usted quiere retratar en ese texto la forma de ser del hombre latinoamericano?
JAA Eso último, porque en realidad el hombre latinoamericano, sobre todo el más tradicional, tiene unos esquemas de comportamiento que se ajustan muy bien a ese personaje; pero si te fijas bien, en el cuento El Zurdo ese personaje está como en el fondo, él no es decisivo para lo que ocurre en el cuento; es la madrastra el personaje clave en relación con el protagonista del cuento, aunque el padre es brutal, insensible hasta cierto punto, que no le presta tanta atención al hijo, que se concentra sólo en la relación con su mujer.
José refiere que su padre era un hombre tradicional machista como todos los hombres de su generación, pero no lo recuerda como un hombre arbitrario. “Mi papa tenía un figura un poco distante porque viajaba mucho, salía mucho, de manera que no está representado exactamente en ese cuento”.
LMG En su cuento, la literatura alivia la agonía del protagonista por su ‘pecado’ de ser zurdo, ¿cree usted que la literatura tenga ese poder terapéutico?
JAA Definitivamente. La literatura quizás no sirva para aliviar nada material pero sí representa la última escala de lo que sería la posibilidad de transformación interior de un individuo, porque a través de la literatura uno puede comprender mejor el mundo, comprenderse mejor a sí mismo, ser mejor persona de lo que uno seria. De esta manera, creo que la literatura tiene un poder curativo, un poder alterador del espíritu; y no sólo la literatura, sino el arte en general.
Rueda en el recuerdo
El profesor Alcántara Almánzar se desarrolló artísticamente a la vera de Manuel Rueda, gran escritor, dramaturgo y músico dominicano. “Manuel Rueda tuvo para mí una significación muy especial, fue mi maestro, mi amigo, mi orientador, mi guía”, reconoce Alcántara.
Precisamente, en el cuento El zurdo figura Manuel Rueda como el personaje del pianista que interpreta el Concierto para la mano izquierda, de Maurice Ravel, música que parece devolver la autoestima al protagonista para cometer su acción final.
LMG ¿Es El zurdo un homenaje a Rueda?
JAA Claro que sí; Manuel fue un grandísimo artista y el primero que tocó ese concierto aquí. Yo estuve en primera fila en ese estreno, y Manuel, en un artículo que escribió sobre ese cuento, dijo que casi podía sentir la mirada de ese espectador desde la platea. Él se descubrió en seguida en el personaje porque la descripción física que doy del pianista se corresponde mucho con lo que él era físicamente. El zurdo es mi tributo a Manuel Rueda, con quien sigo dialogando a pesar de que hace tantos años que no está con nosotros; todos los días tengo un motivo para pensar en él, ¿qué diría de este concierto?, ¿qué pensaría de este libro?, ¿qué le parecería tal cosa? Manuel Rueda sigue presente en mi vida.
El autor es periodista y escritor
Entrevista disponible en www.youtube.com/yolayelou
1 comentario:
¡Excelente! Me ha gustado mucho. Ambos transmiten un equilibrio, un sosiego cómplice que habla mucho de sus personalidades tan centradas. Mi admiración y cariño para los dos.
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