Por Luis Martin Gómez
Poeta, narradora, ensayista e investigadora, ganadora del Premio Nacional de Cuentopor su obra Piedra de sacrificio
Angela Hernández lleva en sus ojos las montañas y los ríos de Buena Vista, Jarabacoa, su municipio natal. Por eso ve con mirada suave, como de amanecer neblinoso, la prisa de una Santo Domingo que se apresura a llegar al futuro antes de tiempo.
El ruido de la ciudad no ha logrado imponerse a su risa de bijirita que trina entre pinos, ni la mezquindad que regatea lauros trastorna su amabilidad pueblerina. Ella es visceralmente auténtica, en su compromiso social, en su criterio estético.
Piedra de sacrificio, su libro ganador del Premio Nacional de Cuento en 1998, la retrata de cuerpo entero: libre en su escritura, amante apasionada de la lengua y sus posibilidades creativas.
Muchos la conocen como escritora, investigadora de temas relacionados con la mujer, y un poco como fotógrafa; pero pocos saben que es ingeniera químico, carrera en la que se graduó con honores.
LMG Ya que sabes de mezclas y mejunjes, ¿cuál consideras es la alquimia de la buena literatura?
AH Creo que uno de los principales ingredientes es la libertad de poder decir las cosas con las entrañas, con la sangre, de manera visceral, independientemente de las modas. El otro elemento es una combinación de formación, sentido crítico y disciplina de trabajo. Pero insisto en que lo primero es tener la libertad de ser y de decir, de acuerdo a nuestros principios. Pienso que eso es lo que permite que una literatura tenga vitalidad, la fuerza de lo humano, que es lo que en definitiva atrapa a un lector.
Aunque el tema de la literatura escrita por mujeres ya no despierta la pasión que en décadas pasadas, y de hecho ha dejado de ser novedad por el número creciente de buenas escritoras, no pude resistir la tentación de recordar el asunto con Angela, una de las mujeres escritoras más sobresalientes del país.
LMG ¿Crees que a estas alturas sigue siendo válida la división de género en la literatura?
AH Parecería que no pero persisten prejuicios, estereotipos, que impiden abiertamente el acercamiento a la literatura escrita por mujeres; eso todavía a un sesgo que obliga a seguir analizando esta realidad.
Generación de fin de siglo
Angela Hernández es figura emblemática de la llamada generación literaria de los 80’s, integrada además por grandes nombres como José Mármol, René Rodríguez Soriano o Adrián Javier. Sin embargo, Angela considera que no ha habido tal generación.
AH Creo que lo hay es una generación de fin de siglo marcada, tanto en nuestro país como en el resto del mundo, por cambios históricos que produjeron transformaciones fundamentales en el pensamiento, la percepción, la sensibilidad, desde una realidad muy polarizada ideológica y políticamente, hasta otra realidad que da cabida a lo individual, a lo singular, a una variedad de búsquedas, a una diversidad que fortalece las propuestas en cuanto incentiva la pluralidad de perspectivas.
Angela es una de esas escritoras que cincela cada palabra con el cuidado de un escultor, creando textos muy originales y de una gran calidad.
LMG Creo haberte dicho que tus cuentos, y especialmente los de Piedra de sacrificio, no se parecen a nada que yo haya leído; cómo logras, pese a tantas buenas referencias literarias y a tus muchas lecturas, esa originalidad?
AH En los cuentos manejo dos tendencias: una que obedece más al cuento tradicional y que constituye la parte de mi trabajo más antologada; y otra en la que me permito más libertad, en la que escribo sin importarme si se va a entender o no, si transgredo o no la técnica, si tiene o no buen ritmo. Los de esta tendencia son cuentos a los que introduzco zonas de silencio que pueden provocar arritmias, textos en los que exploto el potencial poético de las palabras, su ambigüedad, la multiplicidad de significantes.
Si bien celebro la originalidad de esos cuentos de Angela, le señalo a la autora que algunos de ellos exhiben una complejidad en el nivel de lenguaje que pudiera restarle espontaneidad al texto.
“Admito que hay cuentos como Vera efigies, Estancia y fuga, Una gota de sangre, que requirieron un gran trabajo creativo porque buscan funcionar en los niveles más complejos de la realidad; en Estancia y fuga, por ejemplo, hay un cruce de realidades y de percepciones que no son fluidas porque en la realidad tampoco lo son; pero todo esto lo hice con plena conciencia”.
Sin embargo, Borges…
La escritura de Angela Hernández tiene un sello muy propio, una marca Angela, una seña de identidad, como en el cuento Vera efigies, especie de cuadro luminoso y colorido donde todo está estático menos el recuerdo; Una gota de sangre, construido a partir de un pequeño detalle que activa una larga introspección en la protagonista; o Arrecifes, un cuento cruel, con un final terrible, en el que dos imágenes llaman poderosamente la atención: el obelisco ‘macho’ del malecón de Santo Domingo, “que maltrata con su blancura”, y la infinidad del Mar Caribe.
LMG Pero debo señalarte, Angela, que en el cuento Olaxis tienes una pequeña deuda con Borges, ¿lo admites?
AH No me extrañaría, pues soy su admiradora; sin embargo, debo decirte que ese cuento me fue dictado durante una duermevela cuando trabajaba para una onegé en San José de Ocoa; no sé, alguien, desde un lugar impreciso, me dio las claves de lo que sería el cuento, y yo lo escribí.
(He sabido que en estos días Angela no desea hablar con nadie, luego que unas conversaciones literarias le provocaran una profunda tristeza. No la he llamado para respetar su duelo, pero en solidaridad, le envío con esta yola amarilla una flor para que la siembre en su propio jardín, deseando que viva para siempre, a pesar de los pesares...).
El autor es periodista y escritor
Entrevista en video disponible en www.youtube.com/yolayelou
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