Por Luis Martin Gómez
Poeta, ensayista, novelista, cuentista y crítico de arte. Premio Feria del Libro por su ensayo Importancia del contexto histórico en el desarrollo del arte dominicano y Premio Nacional de Cuento por su colección A mí no me gustan los boleros
Viajar en yola puede ser inquietante para Jeannette Miller. Su padre, Freddy Miller Otero, desapareció durante una travesía mar adentro. Sabiendo lo del naufragio (y de su transmutación en un fantástico secuestro interplanetario), pensé en tranquilizar a Jeannette asegurándole que en mi yola yelou el viaje es imaginario, y que por si acaso la ficción hace aguas, llevo en popa dos o tres salvavidas metafóricos.
Sin embargo, mis precauciones fueron innecesarias, pues Jeannette ha aprendido a nadar, y se atreve en cualquier agua: en la poesía, novela, crítica, el cuento y el ensayo. Ningún vendaval la atemoriza, salvo el de la espiritualidad, por donde boga entre el asombro y la fe.
Habla fuerte, con voz de profesora de adolescentes ensimismados con sus BlackBerry, y se emociona hasta el llanto con el recuerdo de su padre, el “Gardel dominicano”, poeta y narrador como ella, y además, locutor y publicista; y de su abuela Julieta Otero, famosa soprano en tiempos en que las fotos de la ciudad cambiaban del blanco y negro al sepia.
La nostalgia devolvió a Jeannette hasta su abuelo, militar cariñoso (vale la contradicción) a quien retrata con trazos tiernos en el cuento El general, de su colección Cuentos de mujeres.
Sin embargo, mis precauciones fueron innecesarias, pues Jeannette ha aprendido a nadar, y se atreve en cualquier agua: en la poesía, novela, crítica, el cuento y el ensayo. Ningún vendaval la atemoriza, salvo el de la espiritualidad, por donde boga entre el asombro y la fe.
Habla fuerte, con voz de profesora de adolescentes ensimismados con sus BlackBerry, y se emociona hasta el llanto con el recuerdo de su padre, el “Gardel dominicano”, poeta y narrador como ella, y además, locutor y publicista; y de su abuela Julieta Otero, famosa soprano en tiempos en que las fotos de la ciudad cambiaban del blanco y negro al sepia.
La nostalgia devolvió a Jeannette hasta su abuelo, militar cariñoso (vale la contradicción) a quien retrata con trazos tiernos en el cuento El general, de su colección Cuentos de mujeres.
JM Mi primera infancia tuvo la dicha de la presencia de ese abuelo, que aunque lo no era propiamente (se trataba del segundo esposo de mi abuela) llegó a ser más que un abuelo para mí. Fue el general Fernando Sánchez Maggiolo, quien murió cuando yo tenía cinco años, y me dejó una imagen de bondad, de solidaridad, que contradice la imagen arquetípica del militar de carrera.
Sánchez Maggiolo, rescatado del olvido por la literatura, es de los pocos hombres ( si no el único) con buena puntuación en los Cuentos de mujeres de Jeannette Miller. El resto no sale muy bien parado. En El calumniado, por ejemplo, la personaje principal define a los hombres como “haraganes, puercos y brutos”; muchos son asesinos, como Tullío, del cuento homónimo; otros son infieles, como el ya mencionado personaje de El calumniado; cuento en el que también se afirma que los hombres “solo sirven para darle gusto a las mujeres y que las preñen”.
No obstante, en Tullío, Jeannette quiso trascender la mirada crítica de la mujer sobre el hombre y explora la complejidad de la naturaleza humana.
No obstante, en Tullío, Jeannette quiso trascender la mirada crítica de la mujer sobre el hombre y explora la complejidad de la naturaleza humana.
JM Tullío es uno de los primeros arquetipos que yo he trabajado en literatura, tratando de mostrar que no hay ni bondades ni maldades extremas. Uno no es ni perfectamente bueno ni perfectamente malo. Ese personaje creyó que lo que hacía era parte de su deber, es decir, tenía, si se quiere, cierto sentido moralista.
Miller explica que Tullío no se planteó originalmente como la muerte de la hija por la culpa del padre, sino para destacar el factor ‘numerológico’ muy presente en la cultura dominicana. “Se habla de cuatro hermanos, de un suceso ocurrido el día cuatro a las cuatro de la tarde, y de una maldición en la que se repite cuatro veces la palabra asesino”.
Fea, masoquista, profesora
En su poema Yografía, Jeannete Miller se define “fea, masoquista, profesora”, y en su cuento La gorda, el espejo le devuelve una imagen muy dura de sí.
JM Debo decirte que cuando (el poeta nacional) Pedro Mir leyó Yografía quedó encantado pero rechazó lo de mi fealdad. La verdad, no sé si soy o no fea, creo que la vida es como tú te ves; pero te confieso que fui una niña solitaria, crecí sin mis padres, y esa carencia, a pesar de todo el cariño que recibí de mis abuelos, me marcó, afectó mi visión de mí, porque inconscientemente me sentía abandonada, rechazada, y esa sensación no me dejaba disfrutar plenamente todas la atenciones que recibía precisamente por no tener a mis padres.
Jeannette Miller ha recibido importantes galardones como crítico de arte y como ensayista, entre ellos, el Premio Investigación Teatro Nacional y Comisión Jurídica de la Mujer ante las Naciones Unidas en 1975; Premio a la Crítica de Arte por la Fundación Pellerano Alfau en 1976; el Supremo de Plata Jaycee’s en 1977; el Premio Anual en la categoría Libro de Arte por la Asociación Puertorriqueña de Críticos de Arte en 1997; y el Premio Feria del Libro por su ensayo Importancia del contexto histórico en el desarrollo del arte dominicano en 2007. Este año 2010 acaba de obtener el Premio Nacional de Cuento por su obra A mí no me gustan los boleros.
LMG Con dos libros de cuento publicados y un premio nacional en tu cuenta, creo que tienes la autoridad para evaluar la cuentística dominicana.
JM Nuestra cuentística no tiene nada que envidiar a la de cualquier país del mundo. Y no es exageración. Tenemos a Hilma Contreras, Virgilio Diaz Grullón, René del Risco Bermúdez, Angela Hernández, José Alcántara, Armando Almánzar, Pedro Peix, Arturo Rodríguez… y sobre todo, tenemos a Juan Bosch, cuyos cuentos me siguen conmoviendo, no solo por su temática, sino también por esa maestría con la que trabajó esa necesaria fusión forma-sentido para crear piezas que, aunque se desarrollan en un entorno dominicano, resultan ser arquetipos universales.
El viaje fue placentero. No se asomaron naves espaciales ni hubo amenaza de naufragio. Tal vez un golpe de viento varió por un momento la ruta planeada, pero un poco de aventura no va mal para quienes prefieren poner proa al infinito.
El autor es periodista y escritor
Entrevista en video disponible en www.youtube.com/yolayelou
3 comentarios:
Gracias por compartir con nosotros tus entrevistas. Particularmente me encantó el viaje a través de la yola con Jeannette Miller, a quien leo con fervor, me encantan sus cuentos cuyos personajes, pueden ser fácilmente representados en la escena.
Hola. Recién descubro tu blog tras haber seguido en YouTube tus entrevistas. Hace poco Argénida Romero me hizo el favor de hacerme llegar tu libro «Memoria de la sangre» y estoy enfrascado en su lectura. Esperaré a terminarlo para decir algo más específico, pero me ha motivado a venir a leer más de ti y dejar un saludo. Haces una excelente labor por la literatura dominicana, que para los que estamos fuera e inevitablemente desconectados se convierte una vía importante -- es decir, algo así como una yola de dos vías. También pondré este blog en mi lista de lectura.
Hola, Victor Manuel. Gracias por tus comentarios y por viajar de vez en cuando en la yola. Luis Martin
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