Por Luis Martin Gómez
(A la memoria de Ernesto Che Guevara)
Atrás quedó la anécdota, fermentada por el ron y el guaguancó, de que “buscaba por el visor y de repente surgió él y le disparé instintivamente 1, 2, 3, 4 tiros”. Ese instante histórico, que se reprodujo como hiedra en universidades y sindicatos, languidecía entre testamentos de sospechosa autenticidad, en estériles combates legales, en lienzos desteñidos enarbolados sólo para acallar disidencias.
¿Quién lo iba a decir –pensó él desde su eternidad sonriente- comenzar como
símbolo de rebeldía y terminar como fenómeno mercadológico? Estaba acostumbrado
a estos contrastes. Su breve vida había sido una apasionada contradicción.
También conocía las traiciones, las había sufrido y por ellas había muerto. Con
su arrojo de suicida, con su voluntad esculpida artísticamente, con su asma
inoportuna, esperó la noche y rompió a puro balazo este nuevo cerco. Al
amanecer, su imagen había desaparecido de todos los afiches, de todas las
camisetas, de todas las banderolas, de todas las boinas, de todas las paredes,
de todos los billetes, de los célebres negativos fotográficos que de inmediato
perdieron valor legal y monetario. Sonrió con media risa, encendió un tabaco y
planeó tranquilamente la próxima emboscada.
Del libro La destrucción de la muralla China, 2003
2 comentarios:
Muy bueno y ya estaba yo pensando según iba leyendo que se trataba de ese personaje maravilloso que me hablaste y que te fascina. El Che , el heroe prometeico del que hablamos cuando me hiciste la entrevista. Espero que todavía esté en pie esa novela del personaje. Pensé de repente que era una novela pero me dejaste con las ganas de seguir leyendo tu prosa poética. Agradecida de poder leer lo que escribes. Saludos
Donde puedo conseguir el libro? Busque en Amazon pero ninguno de los suyos aparece. No ha pensado publica para kindle?
Publicar un comentario