Entrevista a cinco escritores dominicanos sobre Rayuela, la novela de
Julio Cortázar, en el 50
aniversario de su publicación
aniversario de su publicación
Por Luis Martin Gómez
Julio
Cortázar sabía lo que tenía entre manos con Rayuela. “Será una especie de bomba atómica en el escenario de la literatura
latinoamericana”, le escribió al editor y traductor Paco Porrúa el 19 de agosto
de 1960.
Dos años
antes, Cortázar le había confesado a su amigo Jean Barnabé que estaba
trabajando un texto diferente con el que pretendía romper el esquema
tradicional de la novela. En ese momento (finales de 1958) no se sentía seguro
de lo que le estaba saliendo, y aún a mediados del 1959, no sabía si lo que
tenía era un “relato muy largo, la crónica de una locura”, o una especie de
antinovela.
“Mi
problema- escribió el 27 de junio de 1959- es un problema de escritura, porque
las herramientas con las que he escrito mis cuentos ya no me sirven para esto
que quisiera hacer antes de morirme (...) Un cuento es una estructura, pero
ahora tengo que desestructurarme para ver de alcanzar, no sé cómo, otra
estructura más real y verdadera; un cuento es un sistema cerrado y perfecto, la
serpiente mordiéndose la cola; y yo quiero acabar con los sistemas y relojerías
para ver de bajar al laboratorio central y participar, si tengo fuerzas, en la
raíz que prescinde de órdenes y sistemas”.
Consciente
de la complejidad de su nuevo producto, Cortázar dudaba, por un lado, si
lograría terminarlo, y por otro, temía que alguna editorial no se animara a
publicarlo. “Si semejante libro encuentra editor, cosa que dudo”, le escribió a
Barnabé en mayo de 1960, y “No me la imagino a la (editorial) Sudamericana
publicando eso. Se van a decepcionar horriblemente”, le escribió a Porrúa en agosto
de 1961.
Finalmente,
en junio de 1963, Sudamericana publicó Rayuela y la literatura fue otra. Por
primera vez, el lector dejaba de ser un espectador pasivo y participaba en el
juego que el autor proponía con su historia, sus personajes y el orden de la
lectura.
El texto
puede leerse de tres maneras: en capítulos sucesivos, desde el primero hasta el
cincuentiseis; saltando capítulos, según una tabla de mandos proporcionada por
Cortázar; y como le venga en ganas al lector.
Como lo
intuyó Cortázar, Rayuela revolucionó una literatura anquilosada temática y
estructuralmente y abrió nuevas posibilidades estéticas, estilísticas y
lingüísticas, regalando al público una manera desinhibida de contar una
historia y unos personajes inolvidables, encabezados por Oliveira, La Maga y
Rocamadour.
Rayuela en Santo Domingo
A propósito
de los 50 años de la publicación de Rayuela, entrevistamos sobre esta novela a
los escritores dominicanos Andrés L. Mateo, Armando Almánzar, Carmen Imbert
Brugal, Pedro Antonio Valdez y Luis Toirac. A continuación, algunas de las
preguntas y sus respuestas:
¿Qué sensación les produjo leer Rayuela?
Para Andrés L. Mateo Rayuela fue un descubrimiento
extraordinario esta “propuesta audaz, arriesgada, que representa un desafío a
los elementos formales del discurso literario”; Carmen Imbert Brugal considera
esa lectura como un momento inolvidable; Armando Almánzar dice que le cayó
encima como “un chaparrón intenso y apasionante”; Pedro Antonio Valdez recuerda
que su lectura le produjo una sensación de extrañeza, “que mantiene a uno en un
ambiente de divagación, de distensión, como si cayeras a un abismo”; y Luis
Toirac, que había leído primero los cuentos de Cortázar, experimentó asombro
desde el arranque, tan diferente a la novela clásica.
¿En qué orden la
leyeron primero y cuál capítulo les gustó más?
A excepción de Andrés, que siguió el tablero de
dirección de Cortázar, los demás autores entrevistados la leyeron por primera
vez en el orden normal. A Andrés y a Carmen les gusta el capítulo 28 donde
muere Rocamadour. “La
muerte del niño provoca una transformación de La Maga, de Horacio y yo diría
que de todo el ambiente que rodea la novela; es un momento descriptivo emocionalmente
bien logrado”, dice Andrés, y Carmen: “junto con el capítulo 7, que es un poema que
hay que leer y releer, me gusta el de la muerte del niño, aunque los más ortodoxos critiquen ese capítulo como
cursi y que le quita el encanto subversivo a Rayuela”. A Luis le gusta el 7
“aunque suene a lugar común” y todos aquellos en los que los personajes
intercambian libros y discos, algo que él y sus amigos hacían en la
adolescencia y en la universidad. Pedro prefiere el 68 “por su brevedad y por la forma en que Cortázar trabaja el
lenguaje, modificando las palabras para dar la sensación de algo erótico,
romántico”. Armando confesó que su memoria no le da para recordar, 50 años
después, su capítulo favorito.
“Toco tu
boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de
mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los
ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo…” Julio Cortázar, capítulo 7 de Rayuela (fragmento)
¿Cómo ven a Rayuela 50 años después?
“Pienso que
sigue siendo vanguardista, una novela singular, una novela mundo, cuya lectura
aún representa un reto”, dice Luis, contrario a Armando, quien piensa que “ya
no es novedad” aunque sí parte importante de la historia de la literatura
mundial; Pedro la ve “como un libro-gueto” con el que Cortázar pescó en ese
punto en que las personas necesitan desfigurar todo para empezar a construir de
nuevo, eso que se llama asesinar al padre”; para Carmen Rayuela es un clásico,
“ya no la puedes ver como aquello que se escribió en 1963 pero lo importante es
que otras generaciones la lean y descubran cosas que nosotros no descubrimos cuando
la leímos, que se metan por esos meandros cortazarianos que siempre son
fascinantes”; y Andrés considera que Rayuela, a pesar de sus 50 años, no ha
envejecido como texto experimental, “todavía late al ritmo de la vida, permite
extraer de él muchos placeres, además del estético, que está garantizado, lo
cual es una excelente prueba de la calidad de la escritura de Julio Cortázar”.
La bomba
detonada por Cortázar en junio del 63 todavía resuena. El sabía que eso
sucedería, por supuesto. Cronopio aventurero pero responsable de sus locuras,
probó los efectos en él mismo: “he roto tal cantidad de diques, de puertas, me
he hecho pedazos a mi mismo de tantas y tan variadas maneras, que por lo que a
mi persona se refiere, no me importaría morirme ahora mismo”.
El autor es periodista y escritor
Entrevista en video disponible en www.youtube.com/yolayelou
Lo comparto, querido escritor. Y agrego mi parecer:Para mí RAYUELA coloca a Cortázar en su momento y aún hoy en un escritor visionario, en un adelantado a su época. En un iluminado.
ResponderEliminarÉramos tan jóvenes (19 años)que no entendíamos muchas cosas. Pero algo si intuíamos: estábamos leyendo algo magistral y nos consolaba la idea de que algún dia tendríamos 35 años y que íbamos a poder comprender cabalmente los diálogos del Club de la Serpiente, a Traveler y a Talita (a la Maga ya la vivíamos en carne propia), esos "locos mansos" y a Oliveira lo íbamos a enterrar, después que saltara sobre la Rayuela, en un sepelio en el que todos íbamos a llevar "Una Flor Amarilla" (ver relato "Una Flor Amarilla, de Julio Cortázar)
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