Director de la Biblioteca Nacional de Cuba y
Auditora de la Biblioteca Nacional de Argentina
Por Luis Martin Gómez
El discurso
de Diómedes Núñez, Director de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña,
fue casi tan largo como el proceso de remodelación de la misma. No le hizo caso
a la ´pulla´ que le lanzó el público con el sonoro aplauso a su promesa de
“estoy terminando”, pues después de eso fue que habló largo y tendido.
En verdad, él
tenía muchas cosas que decir, después de seis años esperando el corte de cinta
que le permitiría abandonar el incómodo local de la Luperón y retornar al
remanso de paz de la Plaza de la Cultura. Aunque también es posible que sus
palabras no fueran tan extensas y que en el cansancio de los que asistimos al
acto de reapertura influyera el largo discurso del Ministro de Cultura, quien
rindió unas mini-memorias de su gestión, y del extenuante discurso del ingeniero
encargado de la obra, quien de paso le robó tema a Diómedes, mencionando
detalles que correspondían más al que se supone era el protagonista del
momento.
Iván
García, quien declamó un poema como lo que es, un maestro, y la excelente
interpretación de un par de canciones por la soprano Paola González; ayudaron a
que perdonáramos la gota gorda que sudamos bajo la carpa donde el Presidente Leonel
Fernández escuchó tranquilamente las kilométricas exposiciones y algunas
lisonjas propias de fin de mandato.
Diómedes,
en fin, dijo lo que tenía que decir, que era, por fuerza, demasiado. Escojo
algunos datos: “Que la decisión de arreglar la biblioteca se tomó durante una
visita del Presidente al antiguo edificio, un domingo de enero de 2006... Que los
recursos para la remodelación se recibieron directamente de la Presidencia de
la República, a partir de 2008... Que el espacio físico del edificio aumentó de
11 mil metros cuadrados a 24 mil metros cuadrados... Que se usará un sistema de
catalogación nivel 3, correspondiente a la categoría de investigadores; un
software de gestión integral de bibliotecas Aleph 500, como el que utilizan las
universidades de Harvard y Nueva York y las bibliotecas nacionales británica,
china y rusa; y un software LOQUENDO que convierte el texto en voz, especial
para personas con limitaciones visuales... Que el edificio albergará también la
Biblioteca Metropolitana Salomé Ureña de Henríquez, para el público general...
y que todo esto y algo más costó 1,200 millones de pesos...”
“Con este edificio se entrega al país una plataforma institucional, cultural, profesional, tecnológica, en condiciones de desarrollar una verdadera biblioteca nacional”. Diomedes Núñez.
Torres y Lamas
No recorrí
el edificio la misma noche de la reinauguración porque la seguridad del
Presidente es como tiene que ser, impertinente. Lo caminé al día siguiente, por
invitación de Ricardo Vega, Director de Comunicación de la biblioteca, quien
además coordinó para mí una entrevista con dos de los invitados especiales a la
reapertura, el Dr. Eduardo Torres, historiador y Director de la Biblioteca
Nacional de Cuba, y la señora Alicia Lamas, auditora de la Biblioteca Nacional
de Argentina. Hablamos en el auditorio Juan Bosch, excelente espacio con 400
asientos y equipo para traducción simultánea a 7 idiomas. (Sentí doble alegría
por este auditorio; primera, porque honra la memoria del profesor Juan Bosch, y
segunda, porque le quitara presión al auditorio del Banco Central, que recibe
innumerables solicitudes, algunas insólitas). Pregunto al Dr. Torres si tiene
razón de ser una biblioteca con capacidad para un millón de tomos en momentos
en que el mundo se dirige a la digitalización de libros y documentos:
ET Hay que partir de que una biblioteca nacional es la que preserva el
patrimonio bibliográfico de una nación. Por tanto, aunque hagas la versión
digital de un libro o documento, debes conservar el original, especialmente
cuando se trata de incunables, ediciones príncipe, libros raros o curiosos, verdaderas
joyas de la cultura. Además, cada vez tendremos libros de más calidad cuyo
costo no siempre será asequible a la población, la que en cambio podrá
consultarlos gratuitamente en la biblioteca.
Torres
reconoce que un reto de la biblioteca en estos momentos es la conservación de
todo el material digital que se produce y difunde por internet y las redes
sociales, porque es voluminoso y de vida breve. Pero hay que preservarlo de
alguna manera, dice, debido a que constituye una evidencia importante de la
vida actual que seria de utilidad para los investigadores en el futuro. Reconoce
el avance de la digitalización pero sigue defendiendo el libro convencional: “Creo
que el libro en papel tiene su encanto, para mi sigue siendo el modo más
atractivo de leer, forma parte de una cultura de leer, y estoy seguro que
seguirá existiendo, independientemente del soporte digital”.
“Ver el color, el proceso de envejecimiento de un libro, es casi una experiencia religiosa para el investigador, quien a la hora de buscar un documento, no se conformaría con la versión digital, siempre querrá ver el original”. Eduardo Torres
Alicia
Lamas comparte el optimismo del Dr. Torres por la supervivencia del libro en
papel, afirmando que por ahora es irremplazable.
AL Los especialistas en digitalización aseguran que cada diez anos hay que
renovar la tecnología de conservación porque los soportes van cambiando con
mucha rapidez. En cambio, la tecnología del papel tiene varios cientos de años
y aun se conservan ejemplares en este material. Entonces, hay que ser
cuidadosos con la digitalización porque esta implica un compromiso con la renovación
continua de los soportes.
Lamas
también defiende la labor social de la biblioteca, señalando que es parte vital
de lo que ella llama la ecología del libro, “que es todo lo que rodea al libro:
las bibliotecas, librerías, el ritual de la lectura… En ese sentido, la
biblioteca es un centro cultural imprescindible por su función de preservación,
difusión y promoción de la cultura. En suma, es el lugar civilizador por
excelencia”.
“No basta con la democratización de materiales que ha propiciado la digitalización; es necesario incentivar la lectura, provocar a los lectores”. Alicia Lamas
Torres y
Lamas concuerdan en que la remodelada Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña,
por su edificación y equipamiento, es un
orgullo para los países de América Latina. Lamas considera que es fruto de un
sueño que hay que cuidar con un buen programa de mantenimiento. Torres usa
una figura deportiva para reconocer este logro: “Ustedes se llevaron una
medalla de oro en las Olimpiadas de Londres y se están llevando otra, en el
plano cultural, con esta magnífica biblioteca”.
El autor es periodista y escritor
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