Historiador,
ensayista, poeta y diplomático, autor de Introducción al estudio de la cultura dominicana, Evolución de la cultura dominicana y Apuntes para una teoría de la
nacionalidad dominicana.
Por Luis Martin Gómez
Tras una
risa franca y sonora, confiesa divertido que tiene dos amantes, consentidas por
su mujer: la historia y la televisión. Dos espejos, si se quiere buscar un
símbolo en la vida de este intelectual consagrado: uno que refleja el pasado, y
otro, el presente, en los que don Ciriaco Landolfi, ochentitantos años que
disimula sin esfuerzo con jovialidad y encanto, estudia la realidad dominicana
y la mundial. La ‘infidelidad’ se consuma en lo que él llama “su bunker”, una
biblioteca atiborrada de libros y documentos, materia prima para sus sesudas
investigaciones que se han decantado, con algunas pausas poéticas, hacia lo
dominicano. Tres obras fundamentales, especie de trilogía de lo nacional,
confirman esta preferencia temática: Introducción
al estudio de la cultura dominicana (un clásico del ensayo en nuestro
país), Evolución de la cultura dominicana,
y Apuntes para una teoría de la
nacionalidad dominicana, la más reciente y sobre la cual conversamos, observados
desde los estantes por fotografías que testimonian su amplio periplo como diplomático
en varios países de América.
LMG Al parecer, don Ciriaco, somos fruto de un
abandono, de una mudanza forzada y de un sistema de producción muy singular que
hermanaba a amo y dependiente.
CL Cuando se secó el rio de oro que fuimos, la
Corona española nos dejó a nuestra suerte. El clan aurífero decidió convertirse
en clan azucarero, pero esta actividad fue arruinada por los corsarios
franceses, ingleses y holandeses que nos atacaron, aprovechando que no había, y
nunca hubo, fuerzas armadas españolas en la isla. El negocio del cuero que se
fomentó a partir de entonces terminó siendo motivo de contrabando. Y las
devastaciones de Osorio acentuaron el aislamiento de las poblaciones en
relación con la ciudad.
Don Ciriaco
explica que el sistema de montañas, más una selva entonces inextricable,
provocaron que los pequeños grupos que habitaban la isla quedaran incomunicados
entre sí, de manera que cada uno desarrolló formas particulares de ser y
existir. “Mientras la ciudad de Santo Domingo se quedaba como ancla de la
colonización, en el resto de la isla se fueron creando unos modos y medios
particulares de hacer la vida, modos y medios que son los que luego determinaron
la cultura. Llegó un momento en que la gente del Norte desarrolló una fisonomía
propia, una manera de ser mucho más independiente, pues no tenía sobre ella el
ojo escrutador de la Corona”.
El otro
aspecto que según don Ciriaco habría influido en la formación de lo dominicano
sería el tipo de relación que se registró entre amos y dependientes durante la
colonia. La situación económica de la isla era tan precaria, que unos y otros
terminaron siendo víctimas por igual del infortunio, compartiendo vivienda, tierra y medios de
trabajo. Esto habría moldeado en parte la forma de ser del dominicano,
solidaria y sin prejuicios raciales, pero también medalaganaria y resistente a la autoridad; y explicaría el gran
mestizaje de la población dominicana.
Dominicanidad larvaria
En su obra Apuntes para una teoría de la nacionalidad
dominicana, editada por el Instituto Panamericano de Geografía e Historia,
don Ciriaco Landolfi propone el concepto Dominicanidad
larvaria para rastrear el origen de nuestra nacionalidad. “La nación
dominicana viene de lejos, se alcanza a divisar desde el siglo XVII con una
andadura colonial comprometida involuntariamente con la particularidad”, afirma
el autor en su libro, señalando, en consonancia con Antonio Sánchez Valverde,
que el hato, el montero, habría sido fuente nutricia de lo dominicano.
CL Curiosamente, el hato ha sido estigmatizado en la memoria social del
país, a pesar de haber sido despensa de la colonia, tributario de la ciudad de
Santo Domingo, y cantera de los soldados de las dos independencias nacionales,
la de 1844 y 1865.
Otros hechos
que fueron cincelando la dominicanidad habrían sido, según Ciriaco Landolfi, la
victoria contra la incursión inglesa de 1655, la resistencia de los llamados
“salvajes fronterizos” a los intentos franceses de adueñarse de la isla, y la
actitud del señorío colonial al rechazar las cédulas reales, expresada en la
frase “Aquí se acata la ley pero no se cumple”, una rebeldía que de acuerdo a
Landolfi ha atravesado medio milenio hasta instalarse, intacta, en la sociedad
dominicana de hoy.
LMG Si la nacionalidad no nació con Juan Pablo Duarte
y los trinitarios en 1844, como muchos creemos, ¿cuál fue entonces el papel del
patricio en la creación de lo dominicano?
CL Duarte fue el gran intérprete de la sociedad de su época, el hombre que
captó las diferencias sustanciales entre el ocupante haitiano y nosotros,
y entendió el anhelo independentista de
la gente. Fue un hombre con una visión extraordinaria y creo que aun no se ha
resaltado en toda su dimensión su valor. Porque quiso emanciparnos de los
haitianos pacíficamente. El suyo fue el único proyecto emancipador pacífico de
América. Fracasó en su propósito pero dejó sembrada la semilla de su
apostolado.
“La patria nace en cada quien, aquí y en cualquier parte, con el sentimiento de amor y lealtad a la gente y al lugar donde se dan los primeros pasos, se acarician los primeros sueños”.
Abandonada tempranamente por la Corona, que encontró
en el continente lo que en verdad andaba buscando en América, lo dominicano
como sentimiento e identidad se fue tejiendo por cuenta propia y a retazos
hasta formar un tapiz multicolor y de formas variadas en el que, sin embargo,
es posible apreciar algunas características distintivas. Don Ciriaco las
sintetiza:
CL
Somáticamente, el mestizaje. La cordialidad, por supuesto; somos los mejores
castellanos de América y recibimos con los brazos abiertos a todo el mundo. Y
el espíritu asociativo, ese fenómeno singular en nosotros que es la unión de
mucha gente de clases distintas para llevar a cabo una labor social.
El autor es periodista y escritor
2 comentarios:
Si la entrevista a Don Ciriaco es tan sabrosa, ¿qué no serán sus libros? Da gusto leer unas ponderaciones basadas en el conocimiento histórico y en la inteligencia de lo dominicano sin el más mínimo mohín de soberbia.
Para completar el retrato sociológico del dominicano, una característica más: "lo guapo que es".
Excelente y merecido artículo.
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