sábado, 27 de abril de 2013

Pedro Antonio Valdez: “Mantengo un diálogo continuo con García Márquez”

Novelista y cuentista, tres veces Premio Nacional de Novela, Premio Nacional de Cuento


Por Luis Martin Gómez


Decir que una obra de Pedro Antonio Valdez tiene sustancia y está bien escrita es no decir nada nuevo. El nos tiene acostumbrados a altos niveles de calidad literaria desde aquel estupendo cuento El mundo es algo chico, librado, premiado en el Concurso de Casa de Teatro y que fuera una excelente carta de presentación de un escritor que inició con un estilo propio que ha ido puliendo a lo largo de una exitosa carrera literaria, refrendada por los más importantes premios nacionales.

De manera que no sorprende encontrar en La salamandra, premio de novela 2010, publicada por el prestigioso sello Alfaguara, una obra ingeniosamente estructurada, impecablemente escrita, que aborda una historia espinosa, nada convencional, que sumerge al lector en los complicados vericuetos de una sórdida relación amorosa que surge por, y se desarrolla al mismo tiempo que, las actividades delictivas de un grupo criminal tan extraño que roza lo estrambótico.

La novela brilla por su técnica, personajes y tratamiento, pero hay un elemento que llama particularmente la atención: el olor, oler. Además de los tópicos que usa para describir la ciudad de Nueva York o recrear su atmósfera, como el metro, el autobús, el Central Park, avenidas, puentes, edificios..., Pedro Antonio nos muestra a Manhattan a través de olores: a orin, a pasto, podredumbre, basura, smog, humedad, alcohol, sexo, sangre. Si bien los personajes de la obra dan buen uso a sus órganos sexuales, el olfato es tal vez el sentido más sobresaliente de la historia. De hecho, el protagonista lleva su empleo a extremos caninos. 

PAV Eso estuvo en el plano original. En el transcurso de la historia, el protagonista va sufriendo una transformación, y parte de ello, además de un descuadre hormonal, es el desarrollo del olfato, como ciertos animales.

Pedro Antonio señala que el protagonista es fundamentalmente un ser mediocre, sin muchas expectativas de la vida, un poeta fracasado. "Para mi era importante que ese personaje fuera así por lo que sufriría luego en la historia; él habla en algún momento de que existen historias increíbles y que él estaba involucrado en una, e intenta dar una explicación de lo que él  considera es increíble; entonces yo necesitaba este personaje extremadamente convencional, muy odioso, un don nadie, que parecería no merecer nada importante en su vida".

El contrapeso de este ser anodino es Samantha, un personaje dual, a un tiempo deseable y despreciable, oportunista y desleal, manipulador e irresistible.

PAV Samantha es la clásica vampiresa, en el sentido clásico de la literatura y el cine, una mujer que no es ni buena ni mala, que toma sus decisiones sin que necesariamente se ajusten a determinados cánones morales, porque está por encima de las cosas. Si yo le fuera a asignar un símbolo, diría que Samantha es como es la mujer, que sale a camino a pesar de todo.

El protagonista y Samantha están, como la casi totalidad de los personajes, bien bordados, y uno acepta sin inconvenientes sus rarezas, sus excentricidades, a excepción del Chief y sus secuaces de la banda criminal, quienes dejan ver un poco las costuras del arquetipo.

PAV Yo los quise manejar tipo cómic, son personajes un poco estrambóticos, llanamente expresivos, que no se ven como personas normales, sino amanerados, distintos a los demás personajes.

El otro gran personaje de la novela es Nueva York, ciudad de la que Pedro Antonio hace un gran retrato fisico y sensorial pero mantiéndola a raya, evitando que se trague a los demás personajes, como es fama que suele hacer esa gran urbe. "Lo logré tratando de reflejarla como yo la vivi, como yo la sentí, mezclando recuerdos con notas que luego tomé a propósito de esta novela”.

Macondo en Manhattan

La salamandra tiene chispazos de realismo mágico, elementos maravillosos colocados hábilmente allí donde la razón se quiebra, por el delirio o por la ficción forzada a su máxima tensión.  Uno se extraña del recurso porque cree que eso solo puede ocurrir en ciudades latinoamericanas o del tercer mundo, de las que el Macondo garciamarquiano es el emblema.

PAV Nunca he cortado mi vínculo con la literatura del boom, especialmente con García Márquez, mantengo un diálogo continuo con él; creo que García Márquez es nuestro Cervantes y que Cien anos de soledad es nuestro Quijote. En el caso de Nueva York, uno encuentra muchas situaciones que parecen salidas de una imaginación afiebrada pero que ocurren en la realidad. Yo viví cuatro años allá y recuerdo el caso de una señora que mantuvo mucho tiempo los restos humanos de uno de sus gemelos guardados en una caja de zapatos dentro de un closet . Además, Nueva York es la ciudad gótica por excelencia, se aprecia en el contraste entre luces y sombras,  en los espacios vacíos que inexplicablemente nadie ocupa. Esa ciudad cuenta con toda una mitología urbana que refiere que en las tuberías subterráneas viven cocodrilos, o que hay puentes levantados sobre huesos. 

Aunque me pareció ver, de fondo, una denuncia sobre la situación social y económica del inmigrante que deambula sin esperanza por las calles o sufre precariedades en el encierro de un estrecho apartamento, Pedro Antonio rechaza ese propósito en su novela. "Yo considero que esa deuda la han pagado otros que han escrito sobre la migración; sí me interesó la presencia de unos personajes fuera de rango, que no pertenecieran a esa ciudad, solitarios, con un mundo propio o cierta autonomia para moverse.  Por eso una historia como ésa solo la pude haber escenificado en una ciudad como Nueva York; en República Dominicana no me era posible, pues aqui no hay manera de ser solitario".

La salamandra es una novela dentro de una novela, pero Pedro Antonio no le da mayor importancia a esta técnica usada hasta la saciedad, ni pretende originalidad con ella, llegando incluso a burlarse del recurso cuando el narrador-protagonista, próximo a cumplir su deseo de hacer un triángulo sexual  con la pelirroja y la boricua, califica de manida, lugar común, la excusa encontrada para llegar al apartamento donde ocurrirá el encuentro. 

Buscando ese mismo efecto, el autor emplea humor en diálogos y situaciones para restar solemnidad a la narración cuando ésta amenaza con volverse didáctica o filosófica, Destacan las reflexiones que hace el narrador-protagonista sobre la poesía  la literatura, el amor, la muerte, la guerra, la mujer,  los museos; pensamientos, sin embargo, hay que tomar con pinzas, pues a veces da la impresión de que el autor, aprovechando algún descuido del  protagonista, mete su cuchara para ironizar sobre estos asuntos.

PAV Es una coincidencia; por lo regular, trato de elegir a un protagonista que tenga amplia capacidad de pensar, independientemente de su experiencia intelectual o literaria; pero yo no hablo de cosas serias ni profundas, en la intimidad, soy muy elemental, pienso qué voy a comer o a qué hora me iré a dormir.

Aguilucho furibundo, Pedro Antonio hace referencia en su novela al aguerrido equipo cibaeño que, por cierto, fue barrido en el último torneo de béisbol. En la puesta en circulación de La salamandra, le obsequié una escoba al autor, a propósito de la derrota de su equipo. Durante unas semanas, temí represalia pero luego recordé que no soy liceista ni escogidista, y que nadie toma venganza de un estrellista como yo.

El autor es periodista y escritor

sábado, 13 de abril de 2013

Argenis Méndez Echenique: “Que Achaguas sea ruta de peregrinaje patriótico”


Historiador, miembro de la Academia Venezolana de la Historia, cronista de Apure


Por Luis Martin Gómez

Pese a que vivió en Achaguas unos diez años durante su segundo exilio en Venezuela, pocas personas en ese remoto municipio del Apure saben quién es ese señor del busto ubicado en el pequeño bulevar de la ciudad, al lado del hospital y cerca del cementerio.

La tarja que identifica el busto dice escuetamente: “General Juan Pablo Duarte, Padre de la Patria Dominicana, Miembro de la Sociedad Joven Achaguas”. No hay más información sobre él en el resto del pueblo.

Si poco se conoce ahora sobre el Patricio en Achaguas, casi nada se sabe de cuando estuvo aquí entre 1852 y 1862. No hay registros legales ni eclesiales; solo una elegía que Duarte escribió y leyó en 1856 en el sepelio de su amigo y protector Marcelino Muñoz.

“Dígalo, ay!, sino la augusta sombra
que ya la tumba para siempre esconde

de aquel que en vano nuestros labios nombra

de a quien llamamos y que no responde.
De honor dechado y de virtud modelo
llamóle suyo aquese mundo impío
y el cielo dijo, sin piedad, sin duelo,
con voz tremenda “Marcelino es mío”.
Y oyó aquel fallo, y sin gemir doliente,
con faz tranquila, religioso y pío
adiós nos dijo con serena frente
aquel que fuera del Apure el brío…”


La elegía escrita por Duarte está incluida en el folleto titulado Honores póstumos del señor Marcelino Muñoz, editado en 1856 y considerado el primer impreso de Apure. Se trata, hasta ahora, del único documento probatorio de la presencia del Patricio en Achaguas. Su descubrimiento se lo debemos al historiador Argenis Méndez Echenique, miembro de la Academia Venezolana de la Historia y cronista oficial de Apure, quien localizó el texto de Duarte mientras llevaba a cabo una investigación en la Biblioteca Nacional de Venezuela.

AME En el año 1983, en un evento internacional de historia, le mostré al periodista y escritor dominicano Pedro Ramón Vásquez y Vásquez el primer impreso publicado en Apure, que yo había encontrado haciendo un trabajo sobre autores nativos, y dio la casualidad de que allí apareció inserto un texto de Duarte, fechado en Achaguas, que habla de la muerte de su amigo Marcelino Muñoz,  hijo mayor de José Cornelio Muñoz, un prócer de la independencia venezolana.

El folleto, de 35 páginas, incluido como apéndice en la obra Aportes a una bibliografía sobre el Estado Apure, publicada por Argenis Méndez en 1979, contiene el acta de la reunión de la Sociedad Joven Achaguas en la que se acordó rendir tributo al fallecido Marcelino Muñoz; la oración fúnebre pronunciada por el orador Lucindo Antonio López; discursos de los señores Pedro M. Conde, Federico Montolieu, Juan Pablo Duarte y Vicente Aguirre; y una carta de agradecimiento al sacerdote Juan Bautista Sangenis, también protector de Duarte y quien lo habría convencido de salir de la región de Río Negro y “avecindarse en el Apure”.

AME Marcelino Muñoz, protector material y moral de Duarte, era una persona muy querida en Achaguas; fue Secretario de Gobierno de la Provincia de Apure en la época de los Monagas, representante de Apure ante el Congreso Nacional, y fundador de la Sociedad Joven Achaguas, agrupación de tipo cultural y de difusión del pensamiento liberal donde se discutían asuntos religiosos, filosóficos y relativos a la masonería, en la que participó activamente Juan Pablo Duarte.

Además de haber encontrado la única huella palpable de Duarte en Achaguas, el historiador Méndez
Echenique colaboró con el historiador dominicano Roberto Marte y el periodista venezolano Luis Cordero Velásquez en la investigación auspiciada conjuntamente por los bancos centrales de República Dominicana y Venezuela, que dio como resultado el libro Juan Pablo Duarte y la Venezuela de su época, publicado en 1985; participó en la colocación del busto de Duarte en Achaguas, obsequiado por el gobierno dominicano a mediados de los 90, por iniciativa de Kart Sonni Rojas, agregado cultural de la embajada dominicana en Venezuela; y publicó varios artículos sobre el Patricio que ha reunido en un folleto titulado El peregrinaje de Juan Pablo Duarte por Apure. Por sus aportes al conocimiento de Duarte en Venezuela, el Instituto Duartiano lo hizo Miembro Activo.

AME Mi deseo es que todo esto cuaje en una relación permanente con nuestros fraternos amigos dominicanos y que ellos vean en Achaguas un lugar de peregrinaje patriótico, como sucede en lo religioso con la imagen del Nazareno, para estrechar nexos culturales, históricos, comerciales y turísticos entre ambos pueblos.

Testimonio

“Tenemos la intención de mejorar el bulevar donde está el busto de Juan Pablo Duarte y bautizarlo con su nombre. Es un honor para nosotros que Duarte haya estado en Achaguas y nuestro compromiso es dar a conocer mejor esa parte de nuestra historia para que se aprecie el esfuerzo, el sacrificio del Patricio dominicano”. Argelia Aguirre, alcaldesa de Achaguas.
El autor es periodista y escritorNOTA: Esta entrevista ha sido realizada gracias a la colaboración de la empresa Odebrecht y la Fundación García Arévalo.