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sábado, 15 de febrero de 2020

Cecilia Ayala: “Rosa Duarte nos diría que debemos seguir luchando”

Por Luis Martín Gómez


Cecilia Ayala Lafée
En febrero de 1976, la antropóloga e historiadora venezolana Cecilia Ayala Lafée visitó, junto al médico e investigador dominicano Antonio Frías Gálvez, el Cementerio General del Sur, en Caracas, para localizar la tumba de Rosa Duarte Díez, hermana del Padre de la Patria dominicana, Juan Pablo Duarte.

Allí fueron informados que la sección 77 de ese camposanto, donde fue sepultado el cadáver de Rosa, “había sido socavada y reexcavada para habilitar nuevas tumbas”, por lo que sus restos ya no podrían ser ubicados.

La noticia debió provocar frustración en ambos pero sobre en Cecilia, descendiente de los Duarte Díez. Ella relató este episodio en 2003 en la obra “La familia de Juan Pablo Duarte en la Caracas de 1845-1890:un estudio socioeconómico”, escrita junto a los antropólogos Werner Wilbert y Ariany Calles, en la que informa parte de lo que hizo esta familia, los lugares donde vivió, los bienes que tuvo y el destino final de cada uno de sus miembros.

Así que Cecilia Ayala, como científica, pero también por llevar la misma sangre de los Duarte Díez, conoce mucho sobre ellos y su etapa venezolana. La he entrevistado sobre Rosa Duarte, a propósito del bicentenario de su nacimiento y de la solicitud de un cenotafio en el Panteón de la Patria para honrarla por sus aportes a la independencia dominicana.

Luis Martín Gómez: ¿Qué opina acerca del papel revolucionario de Rosa Duarte?

Cecilia Ayala Lafée: Rosa trascendió al concepto colonial y religioso de su época, esto es, ser una amante esposa, insigne madre y defensora de la moral, para actuar y participar en cuerpo y alma en la gesta libertadora dominicana. En su juventud se unió y fue miembro de la Sociedad Dramática, desde la cual realizó obras de teatro con las que se creaba conciencia sobre la causa libertaria y se reunían recursos para cubrir los gastos de esta lucha; propició peñas literarias que no eran otra cosa que tertulias conspirativas contra el orden político establecido; sirvió de espía y correo para  proporcionar valiosa información a los líderes del movimiento emancipador; y convirtió en balas el plomo que se vendía en el almacén de su padre para el forro de los barcos; Rosa, en fin, fue el arquetipo de mujer patriótica a quien no le importaron los peligros a que se vio sometida, sintiendo en su alma el ideal libertario al que le entregó toda su vida.

Cecilia Ayala destaca que hay documentos en el Registro Principal de Caracas que prueban que Rosa, muerto su padre en Santo Domingo y en ausencia de sus hermanos mayores Vicente y Juan Pablo, asumió en el exilio la administración de los bienes familiares y el cuidado de su madre y de sus demás hermanos.

Pero quizás su labor más importante fuera de la patria haya sido la de cronista de la historia y del legado de su hermano Juan Pablo a través de sus valiosos “Apuntes para la historia de la isla de Santo Domingo y para la biografía del general dominicano Juan Pablo Duarte y Díez”. 

CALLos “Apuntes...” han sido y continuarán siendo una fuente de primera mano, insustituible, para investigar y analizar los sucesos acaecidos en el marco de la guerra independentista de República Dominicana. Si no hubiera sido por esos apuntes, casi no existirían noticias del fundador de la patria dominicana.

Ayala Lafée considera que, pese a su gran valor, el texto de Rosa tiene omisiones sobre actividades que Juan Pablo Duarte pudo haber realizado durante su exilio de más de tres décadas en Venezuela y sobre el quehacer cotidiano de los Duarte Díez en Caracas. “Es posible que para ese período de tiempo Rosa Duarte no haya estado tan involucrada en la vida de su hermano. Sus vivencias en Caracas, junto a su familia desterrada, tuvieron que haber sido un episodio muy difícil y disconforme a aquellos otros vividos en su patria natal, debido posiblemente al ajuste con la nueva sociedad en la que forzosamente se vio obligada a convivir, sin contar con la ausencia del hermano predilecto por el largo período de tiempo en que estuvo viviendo en el interior de Venezuela”.

Bicentenario y cenotafio

El 28 de junio del presente año 2020 se conmemorará el bicentenario del nacimiento de Rosa Duarte, ocasión para la cual se ha propuesto erigir un cenotafio o tumba simbólica en el Panteón de la Patria, dado que sus restos, como se ha dicho, no están ubicables. Cecilia Ayala está totalmente de acuerdo porque sería una forma de enaltecer “a una heroína silenciada por la historia”; y además propone otras acciones para conocerla mejor, como enseñar sobre su vida y aportes en las escuelas, organizar concursos literarios o representar obras de teatro.

LMG¿Cuál mensaje transmitiría Rosa Duarte a la mujer dominicana de hoy?


CALPosiblemente nos diría que la lucha de la mujer por la libertad y un futuro promisorio en el siglo XXI debe continuar y acrecentarse, que no son vanos los esfuerzos que se hagan por lograr derechos civiles, reivindicaciones y cumplimiento de estos en todo el mundo.

El autor es periodista y escritor

También disponible en:

lunes, 26 de enero de 2015

Duarte y dos poemas reveladores

                                   Por Luis Martin Gómez

Entrada a Achaguas, Apure, Venezuela

(Fotografias de Luis Jorge Gómez)

La poesia, esa desquiciada, es la que hasta el  momento revela con más fuerza la presencia del Padre de la Patria dominicana, Juan Pablo Duarte, en Apure, Venezuela.  La poesia de Duarte y no los documentos legales y eclesiales sobre él que fueron rastreados infructuosamente por el historiador dominicano Roberto Marte, enviado en 1985 a Venezuela por el Banco Central de la República Dominicana para investigar más a fondo la vida del Patricio en en ese país, misión en la que recibió la ayuda del periodista venezolano Luis Cordero, Relacionista Público del Banco Central de Venezuela en ese entonces, y de Argenis Méndez Echenique, historiador venezolano y actual cronista de Apure.

Uno de los poemas que sitúa a Duarte en el inmenso llano del suroeste venezolano es “Súplica”, el único amoroso rescatado hasta ahora de la dispersa poesia duartiana,  y que, según el historiador dominicano Pedro Troncoso Sánchez, en su biografia novelada “Vida de Juan Pablo Duarte” (1), habría sido inspirado “por una beldad apureña que fue capaz de apartarlo un tanto de su monacal comportamiento”. Duarte escribió:

“Si amorosos me vieran tus ojos

acabarían mis penas en bien
pues quitaras así de mi sien

la corona que ciñe de abrojos.

Y a mi pecho volvieras la calma
que otro tiempo gozó placentero
y hoy le niega el destino severo
insensible a las penas del alma...” (Fragmento)

El otro poema es una elegia que Juan Pablo Duarte leyó en las honras fúnebres a Marcelino Muñoz, hombre notable de Achaguas y gran amigo y protector del Patricio durante los casi diez años que se estima vivió en ese municipio de Apure. Duarte leyó:

“Dígalo, ay!, sino la augusta sombra
que ya la tumba para siempre esconde
de aquel que en vano nuestros labios nombra
de a quien llamamos y que no responde.

De honor dechado y de virtud modelo
llamóle suyo aquese mundo impío
y el cielo dijo, sin piedad, sin duelo,
con voz tremenda “Marcelino es mío”.

Y oyó aquel fallo, y sin gemir doliente,
con faz tranquila, religioso y pío
adiós nos dijo con serena frente
aquel que fuera del Apure el brío…” (Fragmento)

Busto de Duarte en Achaguas
Ambos poemas permiten situar a Duarte en el Apure, o más bien, confirman lo dictado por él mismo a su hermana Rosa para sus fundamentales “Apuntes...” (2): “Por gratitud a él (Padre Juan Bautista Sangenis) me avecindé en el Apure”. La elegía, sin embargo, es prueba más contundente de la presencia de Duarte en Achaguas, pues figura en el folleto “Honores póstumos del Señor Marcelino Muñoz”, editado en 1856 y considerado el primer impreso de Apure. Argenis Méndez Echenique lo descubrió en la Biblioteca Nacional de Venezuela y lo incorporó integro, en formato facsimilar, en su obra “Aportes a una bibliografía sobre el Estado Apure” (3).
Estudiante de Achaguas
El otro poema, “Súplica”, es menos probatorio de los pasos del Patricio por el Apure y podría tratarse de una inferencia de Troncoso Sánchez en esa “interpretación viva del pasado”, al decir de Pedro Henriquez Ureña, que es su “Vida de Juan Pablo Duarte”.  Ciertamente, el poema, en el que Duarte promete amor a una mujer que se le muestra indiferente y manifiesta su esperanza en que su correspondencia le ayudará a sobrellevar la carga de sufrimiento que el destino le ha impuesto, no parece haber sido escrito en Santo Domingo, donde el Padre de la Patria apenas tuvo tiempo de disfrutar los logros de su labor revolucionaria; pero sí pudo haber sido compuesto en cualquier otro lugar de su extenso peregrinaje de 30 años, luego de su condena a muerte y destierro a perpetuidad de la patria que acababa de fundar, que lo llevó por Hamburgo, Saint Thomas, Caracas y los poblados a orillas del Orinoco y Río Negro en la amazonia venezolana. De manera que la mujer de sus desvelos  pudo ser tanto una apureña como una alemana, una caraqueña o una sancarleña (si finalmente es cierto que Duarte penetró hasta San Carlos de Río Negro, poblado fronterizo con Brasil y Colombia, hecho que pone en duda la antropóloga Cecilia Ayala, sobrina-tataranieta de Juan Pablo Duarte, en su ensayo “Duarte y la leyenda de San Carlos de Río Negro” (4).

Lo que no encontró Roberto Marte en los archivos públicos y eclesiales de San Fernando, San Juan de Payara, el Paso Arauca, Achaguas y sus alrededores (5); lo que imaginó Troncoso Sánchez en su recreación de la vida de Duarte; el vacío “inhistórico” creado por la parquedad del testimonio del mismo Duarte, y la destrucción por el fuego de sus apuntes de viaje; lo reveló, de manera insospechada, la poesía.

Río Matiyure, Achaguas
Parece que tenía que ser así. Esa planicie inconmensurable que son los llanos venezolanos, esa “tierra de más lejos que más nunca” (6) que retuvo por unos diez años a Duarte, en ocasiones sólo permite hablar a través de la literatura.

El autor es periodista y escritor



Referencias:
  1.  Pedro Troncoso Sánchez: Vida de Juan Pablo Duarte. Instituto Duartiano, Santo Domingo, 1980, segunda edición.
  2. Apuntes de Rosa Duarte: Archivo y versos de Juan Pablo Duarte. Secretaría de Estado de Educación, Santo Domingo, 1994, segunda edición.
  3. Argenis Méndez Echenique: Aportes a una bibliografía sobre el Estado de Apure. San Fernando de Apure, 1979.
  4. Cecilia Ayala Lafée: Juan Pablo Duarte en la Venezuela del siglo XIX: historia y leyenda. Colección Banco Central de la República Dominicana, Santo Domingo, 2014.
  5. Roberto Marte y Luis Cordero: Juan Pablo Duarte y la Venezuela de su época. Colección del Banco Central de la República Dominicana, Santo Domingo, 1987.
  6. La palabra Apure sería una derivación de una voz indígena con ese significado, según Argenis Méndez Echenique. 
Fotografías:

  1. Entrada a Achaguas, municipio del Estado Apure, Venezuela, donde Juan Pablo Duarte habría vivido alrededor de diez años.
  2. Busto del Patricio dominicano Juan Pablo Duarte en el bulevar del municipio de Achaguas, Estado Apure, Venezuela.
  3. Estudiante en la Plaza Bolívar, Achaguas, Venezuela.
  4. Río Matiyure, Achaguas, Venezuela.

sábado, 2 de marzo de 2013

Cecilia Ayala: Duarte, ni tan solo ni tan pobre


Cecilia Ayala
Antropóloga e historiadora, autora de los ensayos La familia de Juan Pablo Duarte en la Caracas de 1845-1890, y Duarte y la leyenda de San Carlos de Río Negro

Por Luis Martin Gómez
Desde pequeños, nos enseñan que Juan Pablo Duarte murió solo y pobre en Venezuela. Cecilia Ayala, sobrina tataranieta del Patricio, sostiene que ni una cosa ni la otra.
CA Murió rodeado de sus hermanos y demás familiares que estaban con él en Venezuela. ¿Pobre? Tenemos documentación de que la familia tenía una casa respetable, considerable en tamaño, en una de las principales esquinas de Caracas, a una cuadra de la casa de Bolívar.
En su ensayo La familia de Juan Pablo Duarte en la Caracas de 1845-1890: un análisis socioeconómico, Cecilia Ayala muestra el acto de compra de una casa ubicada en la llamada Esquina del Chorro, firmado por Rosa Duarte el 8 de agosto de 1855; el precio de compra fue de 2,300 pesos venezolanos, “cifra considerable para aquellas fechas”.
Aunque la investigadora no ha podido hallar ninguna fotografía o dibujo de la casa de los Duarte Diez, establece, a partir de un plano topográfico de Caracas de 1874, que la vivienda pudo haber ocupado un tercio de la cuadra donde estaba situada. “El solo hecho de que su fachada principal colindara con el frente de tres casas, puede darnos una idea del espacioso frontis que tenía esta propiedad”, señala Ayala, quien hizo una recreación de lo que pudo haber sido esta vivienda, basándose en las características de las casas coloniales que existían para la fecha en que Duarte y sus hermanos vivieron en la capital de Venezuela.
Cecilia Ayala indica en su ensayo que los tíos maternos de Juan Pablo Duarte tenían varias propiedades en Venezuela. Mariano Diez poesía desde 1841 una estancia de unos 8 mil metros en Maiquetía, donde posiblemente se guareció la familia Duarte Diez los primeros días después de llegar como exiliados a ese país; y tenía varias casas en Caracas, en una de las cuales, situada entre las esquinas Pájaro y Zamuro, habría muerto Duarte. También José Prudencio Duarte poseía varias viviendas en Caracas.
“Sin ser gente acaudalada, los Duarte Diez sí contaron con los recursos económicos suficientes para llevar una vida sin mayores privaciones y mantener excelentes relaciones en el ámbito social”
Sin embargo, son las mismas hermanas de Juan Pablo quienes se quejan de su situación económica calamitosa. En carta al Comisionado del Ayuntamiento de Santo Domingo con motivo de las gestiones del traslado de los restos del Patricio a República Dominicana, en octubre de 1879, Rosa y Francisca revelan que, tres años después de la muerte de su hermano, no han podido pagar los gastos por su enfermedad y entierro. Posteriormente, en mayo de 1883, José Prudencio Diez expuso ante el Congreso Nacional de República Dominicana la situación de precariedad de las hermanas de Duarte, “solas en tierra extranjera, sin abrigo y sin pan…”. Y en otra carta al Ayuntamiento de Santo Domingo, en 1884, las hermanas hablan de penurias y martirios.
 LMG ¿No hay una contradicción entre lo que denuncian las hermanas de Duarte y la situación de relativa bonanza que, según su investigación, disfrutaba el Patricio y su familia?
 CA Cuando muere Manuel, el último de ellos, le dejan la casa familiar a mi bisabuela, Matilde Duarte. Y si se la dejaron en herencia, quiere decir que eran dueños de la misma, así que no me explico por qué ellas dicen en la carta que estaban en una situación calamitosa.
Cecilia Ayala piensa que las dificultades de que se quejan las hermanas del Patricio habrían tenido que ver más con la demencia de Manuel, el menor de los hermanos, a quien ellas tuvieron que cuidar mientras vivieron.  “A esta situación familiar debió haberse referido Emiliano Tejera cuando llamó al hogar de los Duarte “Mansión de dolores”.
La leyenda de Río Negro
En otro ensayo, Duarte y la leyenda de San Carlos de Río Negro: análisis crítico, Cecilia Ayala pone en duda que el Patricio haya estado alguna vez en San Carlos de Río Negro, remoto poblado venezolano localizado cerca de la frontera con Brasil. Según esta investigadora, se trata de una leyenda que pudo haberse originado en la interpretación metafórica de las palabras del Padre Fernando Arturo de Meriño  ante los restos repatriados de Juan Pablo Duarte, el 27 de febrero de 1884.
 Ayala presume que la frase “… se encaminó a las selvas de Río Negro, lugar impenetrable de la República de Venezuela sólo habitado en aquel tiempo por tribus salvajes…”, fue tergiversada dos días después, el 1 de marzo de 1884, por el historiador José Gabriel García al reseñar en el periódico El Mensajero que Duarte “…dedicado al comercio en las costas orientales de (Venezuela), fue alejándose poco a poco, hasta que internándose por el Orinoco y por el Río Negro, llegó a los  confines de Brasil, donde se perdieron las huellas de su itinerario hasta para los miembros de su propia familia…”, una frase sin ningún sustento documental que más bien parece, según la investigadora, inspiración de García.
 El trabajo de Ayala contiene un cuadro comparativo de las reseñas sobre el tema hechas por distintos autores durante los siglos XIX y XX, en las que tienden a repetirse, a veces poéticamente, la crónica de José Gabriel García. La autora señala que, si bien Duarte pudo haber relatado a Meriño y a García su periplo por la selva venezolana, es improbable que el Patricio se refiriera específicamente al poblado de San Carlos de Río Negro, aunque sí a esta Región, que es muy amplia y ocupa lo que hoy es el Estado Bolívar.
“Duarte estuvo muy lejos de ser ese hombre desencantado, agobiado por la indigencia y el peso de los sufrimientos y fracasos, que algunos han querido presentar”
Ayala recuerda que lo único conocido y documentado sobre los 32 años que Juan Pablo Duarte vivió en Venezuela, según los Apuntes de Rosa Duarte, las cartas del Patricio y una elegía escrita por él a la muerte de su amigo Marcelino Muñoz, es que anduvo doce años por la selva, que estuvo en Achaguas, Estado Apure, y que residió en Caracas. Todo lo demás es especulación. La falta de información, a juicio de la antropóloga, ha dado paso a esa leyenda y también a la que habla de un Duarte deprimido, derrotado, perdido en los montes.
CA Por supuesto que Duarte estuvo haciendo actividad comercial; un individuo como él, que encabezó una gesta como la dominicana, no pudo luego cruzarse de brazos y echarse a morir en la selva. En una oportunidad, alguien me informó que Duarte habría trabajado como gerente de unos vapores en el Orinoco, pero no se ha buscado constancia en los archivos de la zona.
Ni solitario, ni pobre, ni deprimido. La visión de Cecilia Ayala sobre Juan Pablo Duarte contrasta con el discurso oficial y abre la posibilidad al debate acerca de esta etapa insuficientemente explorada de la vida del Patricio.

NOTA: Esta entrevista ha sido realizada gracias a la colaboración de Odebrecht y la Fundación García Arévalo.
El autor es periodista y escritor