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domingo, 28 de marzo de 2021

Rosa está en casa

 

Palabras de Luis Martin Gómez en el acto de exaltación de Rosa Duarte Díez al Panteón de la Patria, 28/03/2021

Cenotafio de Rosa Duarte Diez


Gracias a la Comisión de Exaltación, y especialmente al Instituto Duartiano, por darme el honor de dirigirles unas breves palabras en este día tan especial en que se exalta al Panteón de la Patria a la heroína nacional Rosa Duarte Díez.

Como se conoce documentalmente, Rosa, exiliada en Venezuela junto a su familia, quiso volver a la República que fundara su hermano. En carta de 1885 a Emiliano Tejera, escritor, político y gran amigo de la familia Duarte Díez, Rosa y su hermana Francisca manifestaron su deseo de “morir en donde se meció mi cuna, en donde únicamente se encuentra el verdadero reposo, la verdadera felicidad”. En otra misiva al mismo Tejera, pero de 1888, en la que lamentaban “la deplorable situación que está atravesando el país”, reconocían que “en particular somos nosotros (los culpables), que en lugar de andar errantes debíamos haber vuelto a morir al pie de nuestra bandera”.

Rosa, sin embargo, no pudo regresar. La negativa a retornar de Manuel, el hermano menor privado de la razón, hizo que desistiera. Solidaria, decidió quedarse en Caracas para cuidar al hermano enfermo, igual que había hecho antes con su hermano héroe, Juan Pablo, y con su sacrificada madre, Manuela. En esa querida nación, con la que tenemos una eterna deuda de gratitud por su hospitalidad, murió Rosa, a las 10 de la noche del 25 de octubre de 1888.

Durante décadas, varios gobiernos dominicanos pudieron haber hecho el esfuerzo de exhumar sus restos y trasladarlos a Santo Domingo, como merecían ella y todos los Duarte Díez. Como se sabe, ya es imposible. Según Cecilia Ayala, antropóloga venezolana descendiente de los Duarte, la sección 77 del Cementerio General del Sur donde sepultaron a Rosa fue removida con fines de ampliación. De manera que los restos venerables de esta heroína están esparcidos junto a los de numerosos hermanos venezolanos.

Afortunadamente, la historia permite el cenotafio o tumba vacía para rendir tributo a los héroes y personas prominentes cuyos cuerpos no se hayan encontrado. Rosa Duarte, hermana predilecta del Padre de la Patria, colaboradora de la sociedad secreta La Trinitaria fundada por Juan Pablo para independizarnos de Haití, fabricante de balas junto a su maestro balero y novio trinitario Tomás de la Concha, soporte espiritual y económico de su familia en el país y en el extranjero, cuidadora de la obra y del legado de su insigne hermano, autora de los valiosos “Apuntes” a través de los cuales se conoce documentalmente a Juan Pablo Duarte, y por todo esto, declarada Heroína de la Patria por la Cámara de Diputados de la República Dominicana; tiene ya un cenotafio que cumpla, aunque sea simbólicamente, su deseo de retornar a la Patria que ayudó a liberar. Esa tumba, vacía de huesos, pero llena de agradecimiento, estará, gracias a la sensibilidad de las presentes autoridades y la apasionada gestión del Instituto Duartiano, donde una mujer de su dignidad y sus aportes merece: el Panteón de la Patria. Creo que no hay manera más justa y hermosa de cerrar el bicentenario de su nacimiento.

Rosa Duarte en el Panteon de la Patria
Deseo que este retorno de Rosa a su país, a su ciudad, pueda servir de inspiración a todos los dominicanos, y en particular a la mujer, que ha venido llenando de gloria nuestra historia y que tiene en sus manos, por su inteligencia, abnegación y disciplina, la solución de muchas de las tareas presentes y de los retos futuros.

Pudiera pensarse que el ingreso de Rosa Duarte Diez al Panteón de la Patria es una misión cumplida, pero no. Este hecho trascendental apenas marca el inicio de una batalla postergada durante casi dos siglos. Porque allí donde esté la más pura no puede estar el más impuro. Porque en el lugar sagrado donde descanse, por fin, la más leal a la Patria, no cabe quien la traicionó de peor modo.

          De manera que, Duartianos, Trinitarios (asumo que todos los aquí presentes lo somos): preparémonos desde ahora mismo para esa lucha. Espero vernos combatir, como lo hubiera hecho Rosa, con valentía y con honor.

Muchas gracias.

El autor es periodista y escritor.


Notas relacionadas:

Exaltan a Rosa Duarte al Panteón de la Patria | Listín Diario (listindiario.com)

Exaltan a Rosa Duarte al Panteón de la Patria | Hoy Digital

Exaltan al Panteón de la Patria a Rosa Duarte (diariolibre.com)

Exaltan a Rosa Duarte al Panteón de la Patria | El Día Nacionales % (eldia.com.do)

(VIDEO) Exaltan a Rosa Duarte al Panteón de la Patria (elnuevodiario.com.do)

La Información Digital | Nación | Santo Domingo | Exaltan a Rosa Duarte al Panteón de la Patria (lainformacion.com.do)

Exaltan a Rosa Duarte al Panteón de la Patria - El Nacional

Exaltan a Rosa Duarte al Panteón de la Patria - Periódico El Caribe - Mereces verdaderas respuestas

Proceso.com.do :: VIDEO/Con altos honores y conmovedores discursos exaltan a Rosa Duarte al Panteón de la Patria

Exaltan a Rosa Duarte al Panteón de la Patria (canal4rd.com)

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Rosa Duarte al Panteón de la Patria  | Acento

Exaltan a Rosa Duarte al Panteón de la Patria - elDigital

Rosa está en casa | ahoramismo

Exaltan restos de dominicana Rosa Duarte al Panteón de la Patria (prensa-latina.cu)

https://notaclave.com/luis-martin-gomez-rosa-esta-en-casa/

https://almomento.net/exaltan-a-la-heroina-nacional-rosa-duarte-al-panteon-de-la-patria/

Exaltan a Rosa Duarte al Panteón de la Patria | TRA Noticias (teleradioamerica.com)

Rosa está en casa | Acento

Y el sueño se hizo realidad, Rosa Duarte ya tiene su cenotafio en el Panteón de la Patria | Nota Clave de Alfonso Quiñones

AGENDA SOCIAL - Rosa Duarte en el Panteón | Listín Diario (listindiario.com)

Exaltan a Rosa Duarte al Panteón de la Patria – noticias telemicro (ntelemicro.com)

Exaltan a Rosa Duarte al Panteón de la Patria | Caribe Hoy

Rosa en el Panteón de la Patria! | Hoy Digital




domingo, 15 de noviembre de 2020

Una rosa para Rosa Duarte


Acto conmemorativo del bicentenario del nacimiento de Rosa Duarte Diez celebrado el 28 de junio de 2020 en el Instituto Duartiano



viernes, 16 de octubre de 2020

Presidente dispone cenotafio para Rosa Duarte en el Panteón de la Patria

El presidente de la República, Luis Abinader, dispuso la exaltación de Rosa Duarte Diez al Panteón de la Patria, en reconocimiento de sus méritos patrióticos.

El decreto 566-20, emitido el 15 de octubre de 2020, dispone en su Articulo 1 "el traslado de los restos mortales de Rosa Protomártir Diez, insigne luchadora independentista, miembro de La Trinitaria, heroina nacional, hermana del padre de la patria Juan Pablo Duarte y Diez, fundador de la República Dominicana".

Un párrafo de este articulo dispone "erigir un cenotafio con la inscripción del nombre Rosa Protomártir Duarte y Diez, hasta tanto sean localizados sus despojos mortales y trasladados a su noble sepultura en el Panteón de la Patria".

El Articulo 2 del decreto crea una Comisión de Exaltación integrada por el ministerio de Cultura, la Comisión Permanente de Efemérides Patrias, la Academia Dominicana de la Historia, el Instituto Duartiano y el Archivo General de la Nación.

Asimismo, por el ministerio de la Mujer, el ministerio de Interior y Policia, el ministerio de Defensa, la Universidad Autónoma de Santo Domingo y la Asociación Dominicana de Universidades.



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sábado, 15 de febrero de 2020

Cecilia Ayala: “Rosa Duarte nos diría que debemos seguir luchando”

Por Luis Martín Gómez


Cecilia Ayala Lafée
En febrero de 1976, la antropóloga e historiadora venezolana Cecilia Ayala Lafée visitó, junto al médico e investigador dominicano Antonio Frías Gálvez, el Cementerio General del Sur, en Caracas, para localizar la tumba de Rosa Duarte Díez, hermana del Padre de la Patria dominicana, Juan Pablo Duarte.

Allí fueron informados que la sección 77 de ese camposanto, donde fue sepultado el cadáver de Rosa, “había sido socavada y reexcavada para habilitar nuevas tumbas”, por lo que sus restos ya no podrían ser ubicados.

La noticia debió provocar frustración en ambos pero sobre en Cecilia, descendiente de los Duarte Díez. Ella relató este episodio en 2003 en la obra “La familia de Juan Pablo Duarte en la Caracas de 1845-1890:un estudio socioeconómico”, escrita junto a los antropólogos Werner Wilbert y Ariany Calles, en la que informa parte de lo que hizo esta familia, los lugares donde vivió, los bienes que tuvo y el destino final de cada uno de sus miembros.

Así que Cecilia Ayala, como científica, pero también por llevar la misma sangre de los Duarte Díez, conoce mucho sobre ellos y su etapa venezolana. La he entrevistado sobre Rosa Duarte, a propósito del bicentenario de su nacimiento y de la solicitud de un cenotafio en el Panteón de la Patria para honrarla por sus aportes a la independencia dominicana.

Luis Martín Gómez: ¿Qué opina acerca del papel revolucionario de Rosa Duarte?

Cecilia Ayala Lafée: Rosa trascendió al concepto colonial y religioso de su época, esto es, ser una amante esposa, insigne madre y defensora de la moral, para actuar y participar en cuerpo y alma en la gesta libertadora dominicana. En su juventud se unió y fue miembro de la Sociedad Dramática, desde la cual realizó obras de teatro con las que se creaba conciencia sobre la causa libertaria y se reunían recursos para cubrir los gastos de esta lucha; propició peñas literarias que no eran otra cosa que tertulias conspirativas contra el orden político establecido; sirvió de espía y correo para  proporcionar valiosa información a los líderes del movimiento emancipador; y convirtió en balas el plomo que se vendía en el almacén de su padre para el forro de los barcos; Rosa, en fin, fue el arquetipo de mujer patriótica a quien no le importaron los peligros a que se vio sometida, sintiendo en su alma el ideal libertario al que le entregó toda su vida.

Cecilia Ayala destaca que hay documentos en el Registro Principal de Caracas que prueban que Rosa, muerto su padre en Santo Domingo y en ausencia de sus hermanos mayores Vicente y Juan Pablo, asumió en el exilio la administración de los bienes familiares y el cuidado de su madre y de sus demás hermanos.

Pero quizás su labor más importante fuera de la patria haya sido la de cronista de la historia y del legado de su hermano Juan Pablo a través de sus valiosos “Apuntes para la historia de la isla de Santo Domingo y para la biografía del general dominicano Juan Pablo Duarte y Díez”. 

CALLos “Apuntes...” han sido y continuarán siendo una fuente de primera mano, insustituible, para investigar y analizar los sucesos acaecidos en el marco de la guerra independentista de República Dominicana. Si no hubiera sido por esos apuntes, casi no existirían noticias del fundador de la patria dominicana.

Ayala Lafée considera que, pese a su gran valor, el texto de Rosa tiene omisiones sobre actividades que Juan Pablo Duarte pudo haber realizado durante su exilio de más de tres décadas en Venezuela y sobre el quehacer cotidiano de los Duarte Díez en Caracas. “Es posible que para ese período de tiempo Rosa Duarte no haya estado tan involucrada en la vida de su hermano. Sus vivencias en Caracas, junto a su familia desterrada, tuvieron que haber sido un episodio muy difícil y disconforme a aquellos otros vividos en su patria natal, debido posiblemente al ajuste con la nueva sociedad en la que forzosamente se vio obligada a convivir, sin contar con la ausencia del hermano predilecto por el largo período de tiempo en que estuvo viviendo en el interior de Venezuela”.

Bicentenario y cenotafio

El 28 de junio del presente año 2020 se conmemorará el bicentenario del nacimiento de Rosa Duarte, ocasión para la cual se ha propuesto erigir un cenotafio o tumba simbólica en el Panteón de la Patria, dado que sus restos, como se ha dicho, no están ubicables. Cecilia Ayala está totalmente de acuerdo porque sería una forma de enaltecer “a una heroína silenciada por la historia”; y además propone otras acciones para conocerla mejor, como enseñar sobre su vida y aportes en las escuelas, organizar concursos literarios o representar obras de teatro.

LMG¿Cuál mensaje transmitiría Rosa Duarte a la mujer dominicana de hoy?


CALPosiblemente nos diría que la lucha de la mujer por la libertad y un futuro promisorio en el siglo XXI debe continuar y acrecentarse, que no son vanos los esfuerzos que se hagan por lograr derechos civiles, reivindicaciones y cumplimiento de estos en todo el mundo.

El autor es periodista y escritor

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sábado, 4 de enero de 2020

Un cenotafio para Rosa


En el bicentenario de su nacimiento, Rosa Duarte Díez merece volver a su Patria


Por Luis Martín Gómez


Rosa Duarte no pudo volver a Santo Domingo. Lo intentó hacia el final de su vida, pero la negativa a retornar de Manuel, el hermano menor con trastorno mental, hizo que desistiera. Solidaria, decidió quedarse en Caracas, Venezuela, para cuidar al hermano enfermo, igual que había hecho antes con su hermano héroe, Juan Pablo, y con su sacrificada madre, Manuela.

Era 1884. El ayuntamiento de Santo Domingo había concedido a Rosa y sus hermanos Francisca y Manuel, los Duarte Díez sobrevivientes en Caracas, un aporte de dos mil pesos para adquirir una casa en la capital dominicana y una pensión vitalicia de 45 pesos mensuales.

El gesto, tardío, no fue espontáneo. Llegó después de la dramática exposición que en 1883 hiciera uno de los tíos materno de los Duarte Díez, José Prudencio Díez, ante el Congreso Nacional dominicano, en la que informaba de la precaria situación económica de sus parientes y su deseo de regresar a la patria fundada por su hermano Juan Pablo, de la cual habían sido expulsados a perpetuidad treinta y ocho años antes.

Cabe recordar que Juan Pablo Duarte, en su labor independentista, tanto en 1844 contra los haitianos como en 1864 contra los españoles, había comprometido buena parte de su patrimonio y el de su familia; que su enfermedad menguó considerablemente los recursos de que disponía la misma; y que después de su muerte, en 1876, sus hermanos se quedaron sin su apoyo económico. De manera que, aunque no eran pobres de solemnidad, como afirma la antropóloga e historiadora Cecilia Ayala (1), los Duarte Díez atravesaban quizás su peor momento económico.

También vale mencionar que antes de la solicitud de José Prudencio al Congreso Nacional, los Duarte Díez jamás pidieron nada al gobierno dominicano a cambio de su labor patriótica. Por el contrario, vendieron varios de sus bienes para contribuir a la causa libertaria. Un ejemplo de esa generosidad quedó testimoniado en la carta que en 1844 escribiera desde Curazao Juan Pablo a su familia pidiéndole vender lo que poseía para destinar recursos a la lucha por la separación de Haití.



Invitación previa

Casi una década antes del ofrecimiento del ayuntamiento de Santo Domingo a los hermanos Duarte Díez, Juan Pablo había recibido, el 19 de febrero de 1875, una carta del presidente dominicano Ignacio María González, en la que le expresaba su deseo de que regresara a la Patria junto con su familia, para lo cual autorizó que le facilitaran los recursos correspondientes. La carta, que Juan Pablo no contestó, fue encontrada debajo de su almohada, aún dentro de su sobre, el día de su muerte. El historiador Pedro Troncoso Sánchez cree que Juan Pablo leyó la carta pero no pudo contestarla por el agravamiento de su quebranto de salud; en cambio, Crispín Ayala Duarte, descendiente de esta ilustre familia, piensa que ni siquiera quiso abrirla, aparentemente desencantado por la indiferencia de que había sido objeto y por las recurrentes crisis políticas del país.

Por otra parte, el 11 de diciembre de ese mismo año, el héroe de la Restauración de la República, general Gregorio Luperón, propuso a la membrecía de la Sociedad Liga de la Paz, de Puerto Plata, reunir fondos para facilitar el regreso al país de Juan Pablo Duarte, “benemeritísimo patriota, Padre de la Patria y mártir de todas nuestras contiendas”. Treinta un años después de la Independencia Nacional, despertaba el interés por el retorno de Duarte a su Patria, pero era tarde para él: moriría unos meses después.



Morir donde se meció mi cuna        

Rosa sí quería volver. En carta de 1885 a Emiliano Tejera, escritor, político y gran amigo de la familia Duarte Díez, las hermanas manifiestan su deseo de que “vayamos a morir en donde se meció mi cuna, en donde únicamente se encuentra el verdadero reposo, la verdadera felicidad”. En otra misiva al mismo Tejera, pero de 1888, en la que lamentan “la deplorable situación que está atravesando el país”, reconocen que “en particular somos nosotros (los culpables), que en lugar de andar errantes debíamos haber vuelto a morir al pie de nuestra bandera”.

Pero se quedó para cuidar a Manuel. Rosa Duarte Díez murió de disentería a las 10 de la noche del 25 de octubre de 1888, en la calle Sur, casa nº129, de la parroquia Santa Rosalía, Caracas, y fue sepultada al día siguiente en la fosa nº 1428, 2º cuartel de la sección 77, Cementerio General del Sur, también conocido como Tierra de Jugo, de la capital venezolana (2).

Durante décadas, varios gobiernos dominicanos pudieron haber hecho el esfuerzo de exhumar sus restos y trasladarlos a Santo Domingo, como merecen ella y todos los Duarte Díez. Ya es imposible. Según Cecilia Ayala, la sección 77 del citado cementerio fue removida con fines de ampliación. Los restos venerables de Rosa están esparcidos junto a los de numerosos hermanos venezolanos.


El cenotafio, una forma de regreso

La historia permite el cenotafio o tumba vacía para rendir tributo a los héroes y personas prominentes cuyos cuerpos no se hayan encontrado. Rosa Duarte, hermana predilecta del Padre de la Patria, colaboradora de la sociedad secreta La Trinitaria fundada por Juan Pablo para independizarnos de Haití, fabricante de balas junto a su maestro balero y novio trinitario Tomás de la Concha, soporte espiritual y económico de su familia en el país y en el extranjero, cuidadora de la obra y del legado de su insigne hermano, autora de los valiosos “Apuntes” a través de los cuales se conoce documentalmente a Juan Pablo Duarte, y por todo esto, declarada Heroína de la Patria por la Cámara de Diputados de la República Dominicana; merece un cenotafio que cumpla, aunque sea simbólicamente, su deseo de retornar a la Patria que ayudó a liberar. Esa tumba, vacía de huesos pero llena de agradecimiento, deberá estar en el Panteón de la Patria.

En el 200 aniversario del nacimiento de Rosa Duarte Díez, que se cumple este año 2020, queda en manos del actual gobierno propiciar su regreso.

Referencias:


1.     “Duarte, ni tan solo ni tan pobre”. Entrevista de Luis Martín Gómez a Cecilia Ayala. Periódico HOY, Santo Domingo, 1 de marzo de 2013.


2.    Ayala, Cecilia, Werner Wilbert y Ariany Calles: “Juan Pablo Duarte en la Venezuela del siglo XIX. Historia y Leyenda”. Banco Central de la República Dominicana, Santo Domingo, 2014.



El autor es periodista y escritor. 

También disponible en:
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https://almomento.net/un-cenotafio-para-rosa/
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lunes, 26 de enero de 2015

Duarte y dos poemas reveladores

                                   Por Luis Martin Gómez

Entrada a Achaguas, Apure, Venezuela

(Fotografias de Luis Jorge Gómez)

La poesia, esa desquiciada, es la que hasta el  momento revela con más fuerza la presencia del Padre de la Patria dominicana, Juan Pablo Duarte, en Apure, Venezuela.  La poesia de Duarte y no los documentos legales y eclesiales sobre él que fueron rastreados infructuosamente por el historiador dominicano Roberto Marte, enviado en 1985 a Venezuela por el Banco Central de la República Dominicana para investigar más a fondo la vida del Patricio en en ese país, misión en la que recibió la ayuda del periodista venezolano Luis Cordero, Relacionista Público del Banco Central de Venezuela en ese entonces, y de Argenis Méndez Echenique, historiador venezolano y actual cronista de Apure.

Uno de los poemas que sitúa a Duarte en el inmenso llano del suroeste venezolano es “Súplica”, el único amoroso rescatado hasta ahora de la dispersa poesia duartiana,  y que, según el historiador dominicano Pedro Troncoso Sánchez, en su biografia novelada “Vida de Juan Pablo Duarte” (1), habría sido inspirado “por una beldad apureña que fue capaz de apartarlo un tanto de su monacal comportamiento”. Duarte escribió:

“Si amorosos me vieran tus ojos

acabarían mis penas en bien
pues quitaras así de mi sien

la corona que ciñe de abrojos.

Y a mi pecho volvieras la calma
que otro tiempo gozó placentero
y hoy le niega el destino severo
insensible a las penas del alma...” (Fragmento)

El otro poema es una elegia que Juan Pablo Duarte leyó en las honras fúnebres a Marcelino Muñoz, hombre notable de Achaguas y gran amigo y protector del Patricio durante los casi diez años que se estima vivió en ese municipio de Apure. Duarte leyó:

“Dígalo, ay!, sino la augusta sombra
que ya la tumba para siempre esconde
de aquel que en vano nuestros labios nombra
de a quien llamamos y que no responde.

De honor dechado y de virtud modelo
llamóle suyo aquese mundo impío
y el cielo dijo, sin piedad, sin duelo,
con voz tremenda “Marcelino es mío”.

Y oyó aquel fallo, y sin gemir doliente,
con faz tranquila, religioso y pío
adiós nos dijo con serena frente
aquel que fuera del Apure el brío…” (Fragmento)

Busto de Duarte en Achaguas
Ambos poemas permiten situar a Duarte en el Apure, o más bien, confirman lo dictado por él mismo a su hermana Rosa para sus fundamentales “Apuntes...” (2): “Por gratitud a él (Padre Juan Bautista Sangenis) me avecindé en el Apure”. La elegía, sin embargo, es prueba más contundente de la presencia de Duarte en Achaguas, pues figura en el folleto “Honores póstumos del Señor Marcelino Muñoz”, editado en 1856 y considerado el primer impreso de Apure. Argenis Méndez Echenique lo descubrió en la Biblioteca Nacional de Venezuela y lo incorporó integro, en formato facsimilar, en su obra “Aportes a una bibliografía sobre el Estado Apure” (3).
Estudiante de Achaguas
El otro poema, “Súplica”, es menos probatorio de los pasos del Patricio por el Apure y podría tratarse de una inferencia de Troncoso Sánchez en esa “interpretación viva del pasado”, al decir de Pedro Henriquez Ureña, que es su “Vida de Juan Pablo Duarte”.  Ciertamente, el poema, en el que Duarte promete amor a una mujer que se le muestra indiferente y manifiesta su esperanza en que su correspondencia le ayudará a sobrellevar la carga de sufrimiento que el destino le ha impuesto, no parece haber sido escrito en Santo Domingo, donde el Padre de la Patria apenas tuvo tiempo de disfrutar los logros de su labor revolucionaria; pero sí pudo haber sido compuesto en cualquier otro lugar de su extenso peregrinaje de 30 años, luego de su condena a muerte y destierro a perpetuidad de la patria que acababa de fundar, que lo llevó por Hamburgo, Saint Thomas, Caracas y los poblados a orillas del Orinoco y Río Negro en la amazonia venezolana. De manera que la mujer de sus desvelos  pudo ser tanto una apureña como una alemana, una caraqueña o una sancarleña (si finalmente es cierto que Duarte penetró hasta San Carlos de Río Negro, poblado fronterizo con Brasil y Colombia, hecho que pone en duda la antropóloga Cecilia Ayala, sobrina-tataranieta de Juan Pablo Duarte, en su ensayo “Duarte y la leyenda de San Carlos de Río Negro” (4).

Lo que no encontró Roberto Marte en los archivos públicos y eclesiales de San Fernando, San Juan de Payara, el Paso Arauca, Achaguas y sus alrededores (5); lo que imaginó Troncoso Sánchez en su recreación de la vida de Duarte; el vacío “inhistórico” creado por la parquedad del testimonio del mismo Duarte, y la destrucción por el fuego de sus apuntes de viaje; lo reveló, de manera insospechada, la poesía.

Río Matiyure, Achaguas
Parece que tenía que ser así. Esa planicie inconmensurable que son los llanos venezolanos, esa “tierra de más lejos que más nunca” (6) que retuvo por unos diez años a Duarte, en ocasiones sólo permite hablar a través de la literatura.

El autor es periodista y escritor



Referencias:
  1.  Pedro Troncoso Sánchez: Vida de Juan Pablo Duarte. Instituto Duartiano, Santo Domingo, 1980, segunda edición.
  2. Apuntes de Rosa Duarte: Archivo y versos de Juan Pablo Duarte. Secretaría de Estado de Educación, Santo Domingo, 1994, segunda edición.
  3. Argenis Méndez Echenique: Aportes a una bibliografía sobre el Estado de Apure. San Fernando de Apure, 1979.
  4. Cecilia Ayala Lafée: Juan Pablo Duarte en la Venezuela del siglo XIX: historia y leyenda. Colección Banco Central de la República Dominicana, Santo Domingo, 2014.
  5. Roberto Marte y Luis Cordero: Juan Pablo Duarte y la Venezuela de su época. Colección del Banco Central de la República Dominicana, Santo Domingo, 1987.
  6. La palabra Apure sería una derivación de una voz indígena con ese significado, según Argenis Méndez Echenique. 
Fotografías:

  1. Entrada a Achaguas, municipio del Estado Apure, Venezuela, donde Juan Pablo Duarte habría vivido alrededor de diez años.
  2. Busto del Patricio dominicano Juan Pablo Duarte en el bulevar del municipio de Achaguas, Estado Apure, Venezuela.
  3. Estudiante en la Plaza Bolívar, Achaguas, Venezuela.
  4. Río Matiyure, Achaguas, Venezuela.

viernes, 4 de enero de 2013

José Miguel Soto Jiménez: “Propongo que sigamos al Duarte revolucionario”


Historiador, político y militar. Autor de numerosos ensayos históricos. Premio Nacional Feria del Libro por su obra Los motivos del machete

Por Luis Martin Gómez

Pide excusas por la grosería y la dispara sin rodeos: “Duarte era un líder de muchachos que estaban dispuestos a sacrificarse por él, ¿tú crees que la juventud sigue a un pendejo? No, no es cierta esa imagen de pendejo ilustre que han querido darle”.

Esta defensa vehemente del Patricio la hace el historiador, político y militar José Miguel Soto Jiménez, convencido de que el estigma de cobarde que ha marcado a Duarte desde su primer exilio en 1843 es parte de una trama del sector conservador de nuestra sociedad para proyectarlo como un hombre débil y manipulable: “Lo que ese sector quiere es que seamos como el Duarte idealista, y no como el revolucionario que fue, para incubar en nosotros la resignación, la tolerancia, la conformidad, buscando que seamos mansos como ese Duarte para poder gobernarnos como lo hizo Santana.”

La duda sobre la valentía de Duarte la habría sembrado el líder de los afrancesados Tomás Bobadilla y Briones cuando, en la proclama redactada a la firma de Santana, criticó la ausencia del Patricio la noche del 27 de Febrero y regateó sus méritos militares en las batallas contra los haitianos. La campaña difamatoria habría sido continuada por el escritor y político Alejandro Angulo Guridi, quien reconocía la honradez de Duarte pero condenaba su escaso valor personal; y corroborada luego por el historiador Américo Lugo, quien señaló que al Patricio “se le aflojaron y rompieron las cuerdas de la virilidad” ante el peligro.

Soto Jiménez tiene un arsenal de argumentos para defender la gallardía del fundador de la República. “Solo hay que verlo involucrado en la revolución reformista de 1843; según su hermana Rosa Duarte, el Patricio salió de su casa con una espada, y cuando llegó a la Puerta del Conde, ya tenía un trabuco en la mano, y se lanzó a la revuelta decididamente”. A juicio de Soto Jiménez, Duarte nunca pensó que la lucha por la independencia sería pacífica; por eso se enroló en la guardia nacional haitiana, alcanzando altos grados militares; por eso su deporte favorito era la esgrima; por eso aceptó el puesto público de agrimensor, para tener la oportunidad de conocer las ciudades y los campos del país.

Otras acciones que demuestran inequívocamente el valor de Duarte son el haber encabezado un cuerpo del ejército para sumarse a las tropas de Pedro Santana en Azua; su solicitud a la Junta Central Gubernativa para incorporarse a la expedición del ejército a San Juan de la Maguana, atravesando Constanza; su protagonismo en la acción militar para expulsar a los afrancesados de la Junta Central Gubernativa; y su decisión de regresar al país, tras veinte años de exilio en Venezuela, para unirse al ejército restaurador que combatió la anexión a España.

Tanto en 1843 como en 1844, Duarte tuvo que salir del país porque contra él pesaban órdenes de destierro y muerte. “Si se lee la resolución que lo declara traidor a la patria, uno se da cuenta que ese Duarte no era el mojigato que nos han querido pintar, el espantajo histórico, sino que era, primero un obcecado con la idea de la independencia, y después, un revolucionario, palabrita que no se quiere pronunciar en el caso del Patricio”.

Alguien como nosotros

Además de su ardiente defensa de la reciedumbre de Duarte, José Miguel Soto Jiménez desea que el Patricio sea visto como un hombre de carne y hueso, cercano y con defectos, y no como la deidad inmaculada que algunos biógrafos, especialmente Joaquín Balaguer en su obra El Cristo de la libertad, han querido imponer en la mente de los dominicanos. Su estrategia se basa en que es más fácil imitar el ejemplo de alguien que se nos parece, que es como nosotros pero posee los atributos morales que ahora están de capa caída y que tenemos el deber de rescatar.

Para esto, empieza por desmitificar su físico, la faz de Duarte, tratando de establecer cómo era realmente. Los pintores Alejandro Bonilla, Rodríguez Urdaneta, Oscar Marin…, mezclaron testimonio e imaginación para crear un Duarte rubio, con ojos azules y bucles, que es el que la mayoría de los dominicanos reconoce. “Afortunadamente, hay una foto de Duarte (la de Próspero Rey, tomada en Caracas en 1873), que es una foto chismosa, porque aporta datos que desenmascaran a quienes intentan pintar a Duarte como un nórdico. Se sabe que uno de los pintores buscó como referencia a un príncipe europeo y de ahí salieron los bucles. Pero el peinado de la foto es el de un militar. Esa foto también nos dice que Duarte era hijo de español y de dominicana, blanco, con orejas grandes, pero nariz aguileña en la que asomaba el rasgo mulato”.

En su trabajo Duarte de carne y hueso, incluido en la colección de ensayos Duarte revisitado, editada por el Banco Central en 2012, Soto Jiménez nos acerca a un Duarte cotidiano que tocaba guitarra, que tuvo dos novias (con las que se comprometió pero no se casó), que escribía poemas, que aprendía con facilidad los idiomas, que era un cabeza dura que no transigía con sus ideas y principios, y que al final de su vida subsistió pobremente con la venta de velas, parecido a los millones de chiriperos dominicanos que subsisten día a día con alguna actividad económica informal.

“Duarte no puede ser una pieza inerte de museo o de veneración, sino una lección que debemos aprender desde su condición irremediablemente humana. En el bicentenario de su nacimiento, propongo que sigamos al Duarte revolucionario, ese que prefería que se hundiera la isla a que estuviera sometida a alguna potencia extranjera; el Duarte que escribe una carta a su familia para pedirle que venda sus bienes para ayudar a la causa de la independencia, pero no para favorecerse cuando triunfen, sino para seguir trabajando, amparados en el buen crédito de su padre; en fin, que imitemos al Duarte ejemplo, pero también al de carne y hueso”.

El autor es periodista y escritor